viernes, 9 de diciembre de 2011

Si me quieres, quiéreme entera

Intenso y certero como solo una mujer puede ser cuando cree en el amor, he ahí que me sea urgente compartirlo hoy, en este instante:

Si me quieres, quiéreme entera

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...

¡Y madrugada en la ventana abierta!...

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda...O no me quieras!

                                   Dulce María Loynaz (Cubana)

sábado, 3 de diciembre de 2011

Una mujer escribe este poema

Hay poesía que no necesita explicaciones ni preámbulos para anunciarse, hay poesía que llega y uno se dispone a asumirla como propia, como si nunca hubiese sido ajena:


Una mujer escribe este poema

Una  mujer escribe este poema
donde puede a cualquier hora de un día que no importa
en el siglo de la avitaminosis
y la cosmonáutica
tristeza deseo no sabe qué
esperando la bayoneta o el obús
una mujer escribe este poema
sin atributos
a desvergüenza y dentellada
fogosa inalterable arrepentida pudriéndose
caemos por turno frente a las estrellas
todos tenemos que morir
no hay nada más ilustre que  la sangre
una mujer escribe este poema
qué estúpida la línea que divide sol de sombra
el crepúsculo pasa
acumulándose al final de las azoteas
supimos de pronto de una trombosis coronaria
existe soledad
sonó una bomba
vean si se me han roto los lentes de contacto
una mujer escribe este poema
separa quince pesos para el alquiler
mi amigo viejo
se desprende del mediodía por la  próstata
bailamos
sigue la preparación combativa
no pasarán
una mujer escribe este poema
como quien ha perdido el tiempo para siempre
creo en el corazón  de Denise Darval
hemos ganado porque morimos muchas veces
parece que tengo un derrame de sinovia
no hay tiempo para la poesía
de veras que los frijoles se han demorado en
hervir
te juro que mañana presentaré el divorcio
una mujer escribe este poema
cómo hay fantasmas a la siete en mi pecho
entablillé  una rama  a la areca  que está triste
mamá tu no sabes la falta que me haces
si suena  la alarma aérea
recojan  a los niños que duermen en la cuna  
voy a guardar este retrato del Che
como calló el canario traje un tenor a casa
una mujer escribe este poema
cargada de ultimátums
de pólvora
de rimmel
verde contemporánea lela
entre el uranio
y
el cobalto
trébol de la esperanza
convaleciente de amor
tramposa hasta el éxtasis
tonta como balada
neurótica metiendo
sueños en una alcancía
ninfa del trauma
novia de los cuchillos
jugando a no perder la luz en el último tute
una mujer escribe este poema

                       Carilda Oliver Labra  (Seleccione el nombre si también la quiere oir)

lunes, 28 de noviembre de 2011

Inacabable sed


"Leyendo un libro, un día, de repente,
hallé un ejemplo de melancolía:
Un hombre que callaba y sonreía,
muriéndose de sed junto a una fuente."
José Angel Buesa
Amo tanto mi pasado como puedo amar el futuro,
no hay uno sin el otro
no sabría del poder de un recuerdo
ni la verdad del presente
sin la provocación que el olvido
le ofrece al porvenir.

Lo sé también
recordar y vivir no es lo mismo:
Recordar es sentir y entender
dónde, cómo, por qué 
el tiempo se ha ido.
Vivir  hoy es saber 
por cuánto de aquello y a pesar de
es que hemos crecido.
Vivir hoy no es nada más vivir
es creer que hay un futuro 
entre tu mundo y el mío.

Debes saberlo
me impregné del aroma que suelta la lignina
tu compañía y el café hicieron poesía
No importa saber cuánto más duren los días
si tu silencio es de paz
tu palabra mi alegría.

Yo quisiera solo ser una hoja
que vuela con el viento
pero está más allá de mi
ignorar lo que presiento
que soy solo un trozo de papel
en el que se graba el tiempo

Cariño
ilusión
inacabable sed
es lo que siento
al leer me convierto

Alada en poesía

Alicia Salum


domingo, 20 de noviembre de 2011

Brillo propio, brillo ajeno

Por más que diga uno que ellos son libres, que los queremos mejores que nosotros, que no importa lo que hagan mientras sean ellos mismos y que por tanto pueden hacer lo que ellos quieren, lo cierto es que de alguna forma, aunque no sea de manera completa, uno vive para verlos brillar, uno vive y creyó que eso era posible desde que se les llevó en el vientre, desde que se les dio de amamantar y dieron junto a los nuestros, sus primeros pasos.
Una maestra mia solía decir que eso de tener hijos solo es una ilusión, un querer ver posible a través de ellos todo lo que nosotros no pudimos y, aunque quizá ella tenga un poco de razón, lo cierto es que ni ella tuvo hijos ni yo estoy tan grande todavía para no lograr aquellas cosas que me he propuesto.
Aunque tener hijos no solo se trata de amor, no solo se trata de buenas intenciones, ni de abnegación por parte de las madres que se olvidan de sí mismas y solo viven a través de sus hijos, la verdad es que yo no podría hacerlo, moriría de tristeza de acurrucarme en un rincón y solo ser la mamá de alguien. Pero hoy no importa, hoy solo he querido ser así,  la mamá de alguien,  y he sido mas grande y mas fuerte que nunca y me he convertido en una mamá gigante y entonces no me importa darle la razón un poco a mi maestra, y dársela como siempre se la he dado a Serrat o Gibrán  cuando dicen que no son nuestros, que a veces nuestros hijos se nos parecen* o que al menos eso es lo que quisieramos que fuera de tanto en tanto, sobre todo cuando brillan ( pero también cuando se frustran y se frustran precisamente por nosotros).
Lo cierto es que los hijos nos regalan alegrías cuando logran esas cosas que nosotros nunca nos imaginamos, entonces nos preguntamos de a deveras ¿y eso? ¿porqué lo logró? ¿De quien lo sacó, de mi o de ti, de la tía o de los abuelos? y entonces es cuando lo vemos, cuando la euforía ha pasado ya un poquito y  nos damos cuenta que no es que se parezcan a nosotros (ojalá que si, aunque sea un poco), ni que por nosotros han llegado a donde están, o quizá si, porque al menos eso quiero creer ahora, quizá si se trata un poco que gracias a nosotros lo lograron porque supieron sobreponerse a los deseos de nosotros mismos y supieron convencernos que no podríamos detenerlos, que no teníamos derecho ni pretextos válidos para intentarlo y porque aprendieron de nuestra propia rebeldía y se atrevieron a retarnos y se impusieron  sobre lo que creemos y lo que nos gusta, y renegaron de los intereses e ideales con los que los cubrimos desde antes de nacer. Y entonces no me queda más que aceptarlo, los hijos nos hacen muy felices cuando los vemos brillar, y moriré y daré la vida por verlo nuevamente. Finalmente, no me importa ya que ese brillo no me sea propio por que me hace brillar con tan solo saber que es un brillo engendrado dentro mío desde hace mucho tiempo, desde antes que ellos nacieran.

Tus Hijos
Tus hijos no son tus hijos, son hijos
e hijas de la vida, deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo, no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas,
porque ellas viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar, ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero
no procures hacerlos semejantes a ti,
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación en tu mano
de arquero, sea para la felicidad.

Kahlil Gibran


*Esos locos bajitos

Joan Manuel Serrat

viernes, 28 de octubre de 2011

Y sin embargo, amor.... Un poema delator

Me llegó mucho antes de que cayera como cubetazo de agua helada, mucho antes de aparecerse como rayo revelador de los que uno  no se percata ni siquiera porque se anunció anticipadamente. Me llegó mucho antes de que aprendiera que  el que algo exista  o el que algo se quiera no resulta algunas veces suficiente.

Cuando llegó,  protegía su  nombre ingenuamente, lo escondía entre círculos de tinta grabados en madera condenada desde hacía tiempo a no serlo nunca más. Se delató así, sin más, mediante el nombre, y delató así, sin querer, su identidad, la desnudez con la que vive y que muchas veces niega, y su forma de aferrarse a una vida que sabe que no entiende pero sabe que finalmente existe  y que no hay nada más.
Cuando llegó, venía despojado ya de cualquier duda, abrazado más que  nunca  a sus más antiguas convicciones. Venía acompañado de sinónimos intensos, de tristezas inexactas puntualmente acumuladas quien sabe desde cuándo y  quien sabe junto a quien. Solo sé que fue de pronto, que  lo vi y lo reconocí como un poema fuerte, como poema desnudo que viene de un poeta que se le entrega a otro, expresando a través suyo la certeza que solo la poesía les permite describir.

Es que delator podría ser cualquier poema si refleja lo encontrado tiempo atrás en unos ojos. Delator porque  sin implorar un  "favor de  leer lo que llevo escrito" nos revela el dolor que le curtió la piel tantas veces, tantas,  tantas veces,  al poeta que utiliza como arma ante la vida el leer  y el escribir.

Y sin embargo, amor
Y sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.
Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez en mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a sus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con las palabras.
Pero ya no habrá tiempo de llorar.
Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón.
Hace frío sin ti,
pero se vive.
          Roque Dalton

jueves, 29 de septiembre de 2011

Lo que me supo mujer


Siempre soñé con ser madre, con tener hijos y cuidarlos y verlos crecer, quizá por eso hasta me parecía  un poco a la Susanita de Mafalda,  pero no,  sabía muy bien desde entonces que el desear tener hijos no me convertía en una mujer.
Y así llegaron, nacieron de mi vientre dos niñas hermosas que  trajeron a mi vida nuevas  y coloridas formas para amarrarme al mundo, para querer construirles uno nuevo y mucho más bonito. Pero no, ni aún con todo el amor que puedo tenerles, ni con la perseverante e imperfecta lucha que por ellas yo pudiera perseguir, no por eso creo que ser madre es lo que como mujer me pueda definir.
Y es que tampoco, ni con el pasar de los años me ha hecho mujer el llevar falda, el maquillaje que pueda usar todos los días, el encaje de mis prendas, los aretes de plata y fantasía, la limpieza de mi casa, ni inventar más secretos de cocina, mucho menos ir de compras aunque, lo confieso, me encanta tanto o más que a cualquier otra mujer. Pero eso no es lo que me sabe, no es lo me hace, no es lo que me dice que soy una mujer.
Yo me sé mujer mucho más atrás de las ardientes noches, del deseo en su mirada, del volar inquieto de sus manos y  del fuego que surge como ansiedad en él. Porque no, aun cuando me sienta plena ante sus ojos, la mujer perfecta, la mujer soñada y la mujer deseada como nunca otra, por más verdad que sea esta, no es eso lo que me hizo descubrirme una mujer.
Porque yo me descubrí mujer de un solo tajo,  como el juego que se gana con una sola carta, con el delirio de unos labios acariciándonos la voz. Yo me sentí mujer tempranamente, desde el naciente verso,  en la real inexperiencia de lo que los adultos entendemos por sexo y por placer, sin saber de la humedad producida en los encuentros, ni la danza de los cuerpos, porque mi cuerpo era tan solo una promesa de cuerpo de mujer.
Me supe mujer desde hace mucho, un poco llorando y un poco quiza riendo, al ritmo de un poema que me delató mujer:

Mujer... eso dicen que soy y sin embargo
tú y los demás como que lo ignoran.
Mujer que va dentro con el amparo
de saberse un día que en verdad la añoran.

Con piel de niña es que se ha envuelto
un deseo impaciente cansado de dormir
con loco intento por ser descubierto
y pintar con fuego su propio matiz.

Una boca tierna con una sonrisa
una boca fragil sin saber amar
y a pesar de esto mi cuerpo se eriza
al soñar mi boca, tus labios rozar.

Una mujer dicen, y aún le temen
que algún día su blancura pudiese manchar.
tan solo una mujer que aún no entiende
por qué sus sentimientos debe aprisionar

sábado, 17 de septiembre de 2011

Somos Tashingues**

"Arrancaron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas quemaron nuestro tronco. Pero no pudieron matar nuestras raíces"
Chilam Balam 

León es uno de esos hombres que, aunque  lee mucho, no se conforma con saber del mundo y modificar su entorno por solo leerlo. Cuando lo conocí, estaba ahí, frente a mi y frente a varios profesores, para hablarnos del tema educativo de moda, de lo que todos esperábamos, de las competencias educativas que han sido nuestro dolor de cabeza desde hace unos cuantos años.

Pero León fue más allá de las competencias educativas, mucho más de lo que puede enseñarse del mundo que ha sido planeado desde un escritorio. Mientras León hablaba, mientras León cantaba, mientras se le llenaban los ojos mirando a su esposa y hablando de su tierra, de sus hijas, de su gente y su pequeña comunidad de aprendizaje, León, un maestro indígena Otomí de Tierra blanca,  nos fue mostrando un panorama nuevo, distinto a lo establecido en el mundo educativo en el que suelo manejarme y distinto al ya viejo discurso de romper paradigmas para el logro del  aprendizaje. Así, con palabras sencillas pero bien puestas, con datos sacados muy lejos de lo que pueden aportar las enciclopedias, fue hablando de competencias, de cómo sus antepasados combinaron los elementos, combinaron el cielo y la tierra, lo divino y lo humano, lo femenino y  lo masculino, armonizando el ser, el saber y el hacer como partes de un todo perfectamente  integrado: 


Con respeto en la mirada nos habló de la diosa azteca Cuatlicue y cómo en ella se representan las dimensiones de las competencias: La enorme cabeza divina representa el saber; mientras que el  collar de manos y corazones representan el ser y el hacer perfectamente armonizados. Con respeto, también  nos explicó sobre la cruz o el acto de persignarse con que se cierran muchas de las acciones y bendiciones que rodean al hombre indígena, no es una cruz cristiana, aunque el fervor a Jesucristo en los indígenas parezca indiscutible, se trata de una cruz precolombina que representa al cielo y  a la tierra, a lo divino y a lo humano y al perfecto intercambio entre ambas dimensiones. La cruz se traza en la tierra y así se propicia la cosecha. La cruz se traza en la masa y en el comal y así se transforma en alimento, la cruz se traza en los bordados y así, el tejido arropa las creencias y las diferencias que separan al género humano. León muestra que la cruz está en todos lados y más allá de las iglesias. León enseña que en su tierra cada quien, hasta el más humilde comparte algo y ese algo tiene un nombre que nos dice mucho, ese algo es una palomita a la que le han llamado "voluntad", todos, hasta el mas humilde lo único que necesitan compartir es voluntad, y así, el día que conocimos a León, nos llenó de voluntades como estas:

Fotografía tomada en la plática sobre "Comunidades de aprendizaje y Desarrollo de las Competencias" llevada a cabo en la Universidad Tecnológica de León en la ciudad de León, Guanajuato en Julio del 2011

León nos enseñó con la mirada mucho más de lo que hizo con el uso de las  palabras, León nos enseñó de cultura y de educación y partió de conocimientos provenientes de culturas lejanas, de los mares fríos más allá del océano y más allá de sus raíces pero retornando a ellas para enseñarnos que es precisamente ahí, en ellas, donde se viven día tras día un "sin fin" de secretos milenarios y un "sin fin" de hilos negros que venimos reinventando. La verdad de su discurso, el poder de su palabra.  Nos enseñó que somos parte de este mundo, aunque a veces lo creemos tan lejano y aunque tengamos la tentación de copiar el de otros lados, nos enseñó que para vivir y educar hace falta más que técnica, más que estrategia didáctica, más que leer y escribir, hace falta más el querer ser y reconocernos e identificarnos y volver y no dejar nunca de lado nuestras raíces.

Finalmente, León nos mostró una poesía Otomí que, en esta fechas patrias coincidentes para mexicanos y centroamericanos, me pareció propicia para compartirles:


" SOMOS TASHINGUES "
Los pueblos indígenas:
No somos la vergüenza de México,
no somos canastas,
no somos escobetillas,
no somos aventadores,
no somos petates,
no somos estropajos,
no somos espectáculo,
no somos fotografía,
no somos artesanías,
no somos folklore,
no somos lástima.
Somos obra del mismo Dador de la vida,
somos sujetos con las mismas oportunidades,
somos la dignidad, igual que todos,
somos Congregacion Indígena Otomi,
una de las 5062 que existen a lo largo y ancho de la República Mexicana.
Somos raíces ancestrales,
somos presente y futuro,
somos costumbres y tradiciones legendarias,
somos fraternidad,
somos mayordomía,
somos flor, copal y canto,
somos presencia de México,
somos cultura en todos los ámbitos,
somos una familia del mundo que vive y se niega a morir,
si, somos Tashingues,
si, somos tu hermano.

Tomado de la congregacion Indigena Otomi de San Idelfonso Cieneguilla, Municipio de Tierra Blanca, Guanajuato.

**El termino T'axingi es Otomi: T'axi = blanco; Hingi= negacion  ( no eres blanco )

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Vuelo

¿Cómo hacer para conciliar sentimientos? ¿Cómo hacer al descubrir un día que  alguien ama a alguien y que al otro día ese amor se vaya lejos? ¿Cómo saber que se ama y que en ese amar feliz también se pierde?¿Cómo hacer para olvidar los golpes y aprender de las caidas? ¿Cómo creer en alguien que se dice honesto y luego ver que es capaz de vender la supuesta honestidad por ganar un poco más de dinero? ¿Cómo decirle al alguien  a quien uno quiere "no tengo tiempo" y saber ante todo que el cariño sigue, que ya habrá otro momento? ¿Cómo crecer en un país en guerra y aún así creer en la alegría y las ganas de vivir y reir y hermanarse de sus habitantes?¿Cómo vivir, por el contrario, en un país "de paz" que practica diariamente el "que no tranza no avanza"? ¿Cómo mantener el lazo social más alla de la violencia cotidiana? ¿Cómo mantener la fe y no dejarse atrapar por la desesperanza? Cómo hacer, no lo sé, solo quiero creer que pude hacerlo y que otra vez podré lograrlo y podremos lograrlo todos. Hoy quiero dormir sin pensar, abrazada a mi  perseverancia.... volando, volando, siempre volando,  aunque pueda caer otra vez....

VUELO

Sólo quien ama vuela. Pero, ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar ... Pero, ¿quién ama? Volar ... Pero, ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otro como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

Triste instrumento alegre de vestir; apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. EL cielo se eleva. El aire mueve.

                                               Miguel Hernández

martes, 23 de agosto de 2011

Retrato imposible de mujer

Muchacha en la ventana (1925) 
Pintura de Salvador Dalí expuesta en el Museo Reyna Sofía

¿Qué es poesía? escribió Gustavo Adolfo Becquer atrapado en la pasión de unos ojos azules ¿Qué es poesía? me he preguntado tantas veces, también bajo el efecto de unos ojos profundos. Cuando menos me lo espero, la poesía surge y me acaricia y me complace con su existencia y me pasa que cuánto  más la vivo,  más olvido su definición, sin embargo,  hace poco leí que la poesía es mujer y  me invadió  nuevamente la pregunta: ¿Será posible? ¿Será posible que sea una forma de definirla? ¿Que la poesía se ponga vestido, se mire en el espejo y se vea una mujer? ¿Será posible que se busque linda, que aunque lo sepa, dude y que se busque y que se sienta como sé bien que siente una mujer? Qué difícil para la poesía puede ser entonces conocerse, reconocerse  y de pronto... que cierto puede ser.  La feminidad es un enigma, una mujer siempre está en busca de lo que es ser una mujer, nunca se conforma, nunca se satisface en sí misma, siempre busca, siempre es pregunta, desea ser y eternizarse y vencer a lo imposible. Por si fuera poco, la mujer no existe, es decir, la mujer ya está mas allá de definirse como la contraparte del hombre, como extensión de éste o criatura incompleta en su relación con él. De alguna forma, la mujer de ahora perdió el universal de lo qué era ser una mujer y se quedó sin fórmula sin maneras para encajonarse, haciéndose libre sin saberlo, libre de ser al menos, por eso quizá, lo más sensato sea no intentar definirse, no pretender hacer de la mujer un concepto porque hablar de ser mujer es algo inacabable.

Ahora bien, entonces, ¿La poesía es mujer? ¿A la poesía no le pasará lo mismo? ¿Habrá alguna manera de definir poesía? Creo que no porque quizá si es mujer y como tal, querer definirla será quitarle alas, porque será querer explicar lo que no necesita ser explicable. La definición poesía no existe como no existe la definición de mujer. La poesía es libre como libre es todo aquello que tiene alma de mujer. No intento definirla, solo intento retratarla y el intento es incompleto, un retrato imposible de mujer:

La poesía-mujer es dolorosa, profunda como la que nos retrata Miguel Hernández, "Me tendí en la arena para que el mar me enterrara,me dejara, me cogiera, ¡Ay de la ausencia!"

Intensa, infinita como la de García Lorca, "...Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena, tristeza resignada de cosa irrealizable, tengo en el horizonte un lucero encendido y el corazón me impide que corra a contemplarte...."
 
Sensible, ardiente, seductora como la vive Pablo Neruda, "...Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas, y tienes hasta los senos perfumados. Mientras el viento triste galopa matando mariposas yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela...."

Elegante, bien vestida, correcta, armónica,  perfecta  como la que nos ofrece Octavio Paz, "Un cuerpo, un cuerpo solo, un sólo cuerpo un cuerpo como día derramado y noche devorada; la luz de unos cabellos que no apaciguan nunca la sombra de mi tacto; una garganta, un vientre que amanece como el mar que se enciende cuando toca la frente de la aurora; unos tobillos, puentes del verano; unos muslos nocturnos que se hunden en la música verde de la tarde; un pecho que se alza y arrasa las espumas; un cuello, sólo un cuello, unas manos tan sólo, unas palabras lentas que descienden como arena caída en otra arena...."

Y como buena mujer, la poesía es ambigua, humana, se dedica a ser  jugando, amando  lo imposible como la poesía de Sabines, "Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. ..."

A veces reacciona contra el verdugo y  la poesía-mujer se hace reclamo, se muestra altanera y dueña de sí misma y mira en plenitud al otro sexo, "Hombres necios que acusais a la mujer sin razón, sin ver que sois la razón de lo mismo que acusais..." La poesía fue la voz de Sor Juana, mujer insumisa del nuevo tiempo, del nuevo mundo.

La poesía-mujer  también engendra ideas, un poema o una nación, así, Silvio la canta diciendo "La era está pariendo un corazón".

Otras veces, la poesía se amarra a la almohada y llora y cierra los ojos  para poder mirar lo único que queda, "Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche, déjate caer y doler, mi vida."1 Y en ocasiones solo trata de entender y sumergirse y saborearse mujer, pero se le escapa al poeta de las manos y éste la llora y le dice "Te me hiciste poema, yo te prefería de piel"2

La poesía siempre es más, es fe me dijeron hoy y de ahí surgió todo esto, porque creo que si,  porque la mujer también es fe, una promesa de que la vida sigue y en ese seguir todo toma sentido. Entonces la poesía es fe y con ella aprendo día a día  lo que es ser una mujer y es entonces, solo entonces, cuando realmente puedo mirarme en el espejo.



1 Poesía de Alejandra Pizarnick, poetisa Argentina
2 Poesía de Elmer Menjívar, poeta Salvadoreño

domingo, 7 de agosto de 2011

Ajedrez

Un día volaste para ser más tú...
Un día volé para en realidad ser yo....
pero dejamos olvidado aquel nosotros...


Ajedrez
Porque éramos amigos y a ratos, nos
amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.

Pusimos un tablero enfrente
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.

Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
como dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.
                                         Rosario Castellanos

martes, 2 de agosto de 2011

Me tienes en tus manos

Siempre que me pierdo, me agazapo para dejar girar al mundo:
No hay forma de imaginarme descubierta.
No hay rumbos imposibles, futuros solitarios.
No hay noches sin estrellas, mensajes inaudibles.
No falta nadie... no faltas tu.... nunca tú.

En la espera, retumba en mi mente el poema de Sabines, el que hice mío, el de siempre.....





martes, 19 de julio de 2011

Azul


Amo tus ojos
faroles milagrosos que invitan a seguir
Amo tu risa
sonido de pájaro en madrugada que obliga a sonreir
Y amo el azul que de mi boca emana

con tan solo pronunciar tu nombre.

miércoles, 13 de julio de 2011

Para Aixa

De una flor nacen los frutos pero para explicar el nacimiento de un hada solo hay un origen, una flor alada.

Un buen día, a Alada le avisó su cuerpo que había sido fecundada y su mundo se partió en dos, en un antes, donde el volar era libre y siempre  a la expectativa de arribar a mundos nuevos, y un después, un volar con nuevo sentido, podándose ella misma las alitas para ver a su hada crecer.

Han pasado once años desde entonces y las alas de Alada han crecido otro poco, es decir, ya no las siente cortas, ya es posible volver a volar, solo es cuestión de querer hacerlo siempre que ese volar  la dirija a un nuevo sueño, pero por hoy, el sueño de Alada sigue siendo el mismo, disfrutar de sus hadas cuando empiezan a volar, volar con ellas un buen trecho, volar, volar y dejarlas volar. Es difícil por cierto,  pero les aseguro que ha valido la pena detenerse y contemplar el espectáculo:


Se me ha escapado una hada entre los dedos
haciendo elegante giro de mariposa
Se trata de un hada pequeña, frágil
con pies de azúcar, cuerpo de espiga
y pétalos de rosa.

Se me ha escapado
No supe cómo entre los dedos
contemplo su vuelo cada vez más lejos.
Antes de irse
ha cubierto con su polvo mis entrañas
ha dejado sus canciones susurrándome al oído
se me ha escapado en un sueño
y aunque en él la suelto, también la guío
para que sea fuerte
para que sea libre
para que sea siempre perla de río.

Se eleva en el aire con volátil sonrisa
con alitas aterciopeladas provistas de armaduras.
Yo le digo, con el vaivén del viento:
"Vuela alto hada mía
abrígate en el arcoíris
despliega tus sueños sobre la tierra
riega de esperanzas el suelo que tu pisas
despista a la tristeza que te ronda
deslízate en la brisa
aférrate a las nubes
aligera tu paso
no intentes ir de prisa
el mundo de las hadas suele ser muy corto
disfruta
agita siempre tus alitas
cubre de magia todo lo que tocas
cúbrelo de amor y de caricias."

Se me ha escapado un hada entre los dedos
Es un hada fuerte, de color añil y valiente sonrisa

lunes, 4 de julio de 2011

Poesía histérica o poesía del dolor. Parte I

Sigmund Freud fue, por así decirlo, el primero en atender el grito histérico de la mujer que calla.  Se dignó a escuchar a las mujeres que  anudan en el cuerpo  mediante el síntoma,  el reclamo de no saber cómo ser, no saber cómo sentir, ni cómo ser escuchadas.
Pero la histeria no es cosa de mujeres, no hay un solo género cuando se trata de fantasmas. La histeria que estudió Freud ha trascendido la erotización del cuerpo femenino para reclamar desde otros espacios al Otro de su fantasma.
Así como la histérica entra en crisis, quizá también hay escritores en crisis y en lugar del cuerpo erotizan la palabra, juegan con ella, lloran con ella y la hacen víctima de su propio miedo, de su sofocante angustia, de demostrarse continuamente que la única respuesta capaz de  recibir del Otro, es  la ausencia de palabras, la imposibilidad de mantener el deseo y rescatar una mirada. Así, sin querer, logran mantener la frustración anhelada. La histeria es de alguna forma, repetirse en el miedo, identificarse en el dolor, identificarse con la falta:

A propósito de silencios

Siempre me ha asustado tu silencio
Cómodamente instalado en mi costumbre
Tu silencio no se arriesga
No adopta los errores
No reclama sacrificios
No me llama, no me exige pruebas
Me deja ir, venir, caer
levantarme, desaparecer
En tu silencio caben todas mis preguntas
¿Y si nunca vuelvo?
¿Y si mis manos no eran necesarias?
¿Y si no eran mis ojos?
¿Y si el ruido no reclama mi silencio?
¿Y si el festejo es ajeno a mi existencia?
¿Y si no entendí?
¿Y si me esperaba?
¿Y si me dejó libre para que volviera?
¿Y si no lo hice?
¿Y si era llamada de auxilio ahogándose en la espera?
Solo queda tu silencio
el calzado justo de este miedo
el espanto para mi sueño
o para posponer la retirada.
Tu silencio es libre,
No se sujeta a ningún riesgo
Es un pájaro negro en mi ventana
sordo, mudo, inmune a mi pregunta:
¿Y si era yo?

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Me estoy cayendo en pedacitos
Si alcanzo, podré barrerme de a poquitos.
Echaré agua para que no se note, para limpiarme toda
Para parecer linda, la que la mente atesora.
Lo malo, es que no me encuentro una parte
se me perdió quien sabe dónde, el tiempo la fue cortando
se la llevó el viento y quedó esparcida
En más de 3 mil kilómetros a la redonda.

Me estoy cayendo en pedacitos
pero no se aflija, no se me nota.

sábado, 25 de junio de 2011

Herencias


Tomar café fue cosa de ella, lo aprendí muy bien en su regazo.  Yo tenía apenas los  5 años cumplidos. Compartíamos  las tardes con una taza de café que a veces solo era Café "Listo"  que ella hacía para mí como agua de calcetín. Lo tomábamos frente a los árboles de higo, limón y granada que teníamos en el patio. Mientras lo tomábamos, escuchaba las  historias y chismes que contaba con mis tías Angélica y Estela, mientras saboreábamos un pedazo de marquesote, semita o pan de maíz comprados en el parque de Atiquizaya. 
       El gusto por el café aún lo conservo, quizá solo lo tomo un poco más fuerte, pero el café que me pongan enfrente, sea fino, sea expresso, capuccino o el tradicional "de calcetín" me lo tomo gustosa y agradezco haber disfrutado y compartido juntas,  uno de los mejores placeres que conservo hasta la fecha.



    El sueño de viajar también lo aprendimos de ella, somos 4 las afortunadas que provenimos y nos criamos con ella, sino era México, era Panamá o quizá Guatemala, a la capital, San Salvador o a Esquipulas,  pero le encantaba andar del "Tingo al Tango" y sé, estoy segura, que si su cuerpo se lo hubiera permitido, hubiera viajado un poco más. Decía que viajar hace a la gente un poco más culta y le permite platicar de todo un poco y no creer que donde uno vive es lo único de este mundo. Yo creo que tenía mucho de cierto en eso, aunque lo más importante del viaje, siempre será viajar.

Leer, mi afición por conocer biografías y poemas también viene de ella. En las tardes Ahuachapanecas conocí a. Alfredo Espino, el poeta que según decía era su primo, conocí a Claudia Lars y su "Tierra de infancia", las anécdotas de la  niña de Armenia;  a Salarrué y a Rubén Darío con su  "Margarita está linda la mar"  y el libro de cuentos fantásticos que lleva por título, el mismo nombre de mi hija, Azul.




   Tengo también su carácter, aunque formas de pensar muy distintas, tengo un niño Dios que ella me regaló y se ha salvado de varios terremotos y el anillo de boda de sus padres con la fecha y nombres de ellos grabados en 1907. Ese anillo es el mismo de mi boda casi 100 años después.

Tengo bellos recuerdos de los días en que tomábamos la 202 para llegar a Ahuachapán, las ventas en los buses, la gente con canastos hasta en la parrilla, los cantantes entreteniéndonos un rato,  las visitas al mercado, a la iglesia, al llano del Espino, al cementerio, a la cripta familiar.

   También tengo, no tan buenos recuerdos,  como el susto que nos llevamos cuando mi hermana se aventó del bus porque se dió cuenta que ella ya se había bajado, el dolor de ver partir a sus hermanos que eran 5 y se fueron mucho antes que ella. Las discusiones continuas en mi edad adolescente, en  el encuentro de dos caracteres indomables y parecidos. Con todo y todo, con el tiempo solo pueden sostenerse los recuerdos alegres, los momentos compartidos, la experiencia de vidas que se cruzan para marcarse y encontrar sentidos para seguir.

    Ella era mi abuela y  hoy cumpliría años. Creí que llegaba a los 100 pero se quedó a solo 4 de poder cumplirlos. Yo imáginé que los celebraríamos porque se veía fuerte como un roble, pero como los robles, nunca perdió su fuerza, solo dejó de estar aquí para llegar a donde creía ella, donde soñaba ella, donde están sus amores que ya no están en esta tierra.  Hoy cumpliría 96 y antes de irse logró reunirnos a todos los que nos quedamos y así, dejarnos la mejor herencia, el amor y el orgullo de pertencer a  su real familia Salazar.

   Feliz cumpleaños Mina,  gracias y hasta pronto.

lunes, 20 de junio de 2011

Los ciclistas


"Bicicleta con Flores" Maritza Bernal 2009

En León es ya casi la hora de que llueva, pero ya no llueve. Es la misma hora en que los ciclistas retoman su camino a casa despidiéndose del sol.

Cuando llegué,  León ya era la ciudad de ciclistas que es ahora. Era muy raro para mi, que venía de lejos, ver tanta gente en bicicleta pasando junto a los carros y atravesando las principales avenidas de una manera tan campante. Me divertía al escuchar "serás de hule...." o "comes ligas..." de alguno que otro motorista que tenía la mala suerte de encontrárselos cerca, pero luego me angustiaba al recordar que es muy común encontrarlos atropellados con las bicicletas simulando acordeones de papel y ellos lejos, aventados en el asfalto, llorando quizás la pérdida de su único medio de transporte si es que no llorando por la novia o el bebé que venía con él.

León cuenta en la actualidad con más de 80,000 ciclistas y 63 Kms. de ciclovías que los resguardan de la selva del tráfico Leonés. La mayor parte de los amantes del ecológico transporte que no nació por ecológico sino por económico, son obreros de la industría del calzado y sus afínes (curtiduría, cartonería, pespuntería y química) muchos incluso ahorran parte de su salario de cada semana para obtener una nueva bicicleta que los ayude a trabajar o visitar a la novia y los amigos y recorrer quizá hasta 20 Kilometros diarios, siempre y cuando no los atropellen o se las roben, por que sino, sino pasó a mayores, habrá que comprar otra.

Cada mañana cuando salgo, me encuentro a los ciclistas, los veo desde lejos, montados en las ciclovías. Es lindo imaginar que ya corren menos peligro y que hasta me es posible identificar a uno que otro que se me atraviesa en la ruta, podría decir que hasta me alegra verlos, son parte de la ciudad, de la identidad del Leonés y quizá es eso lo que me llevó a escribir hoy y reconocer en los ciclistas, un ejercito antigüo, un principio cultural de esta tierra que me adopta cada día, que no es mía pero en ella vivo y es de los míos y de los ciclistas y tan solo por ellos es digna de dedicarle una poesía:



Anda ciclista,  te espera la jornada
Anda, ciclista, en la canasta tus sueños
Sorpresas la calle te depara.





CICLISTA

A contramano y joven,
el ciclista baja a fondo
la calle que va a la madrugada.
Manos sumidas en infantiles migas,
garganta solapada a la afilada sombra,
sólo su alma, alto en el sueño
pedalea inmóvil, de medio cuerpo olvido,
cadenciosas las piernas,
esbelto de silueta y fácil de designio.
La máquina de gracia marcha sola,
manubrio libre helado de rocío,
tenue animal diáfano y leal
que su jinete sueña
y alimenta apenas
de un delgado equilibrio
imantado a la víspera del este,
ciego y certero bicornio amaneciente,
gamo fino del alma.
Quién tuviera así las ruedas fieles
para encontrar, soñándolo en el filo,él sino.
                                   César Mermet http://cesarmermet.blogspot.com/

Identidad

No soy yo

domingo, 5 de junio de 2011

Vuelvo a vivir


"Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya"  Séneca

Una muy buena amiga, de esas que uno conoce más cuando ya no se está cerca, me compartió el día de hoy el video que les comparto, es una canción Chilena, del grupo Illapu hecha para su país querido. La idea es que con esa canción yo también recuerde el mío y puedes estar segura  querida amiga de que fue así.

Es para todos los que estén lejos de su tierra, hayan nacido o no en ella, eso es lo que menos importa. Solo es suficiente llevarla en el corazón:


Enamorada
Enamorada hasta los huesos
de un pequeño gigante
Enamorada de  sus pies que moja en el pacífico
Y de sus millones de inquietos habitantes.
Enamorada punto a punto de sus 21,041 Km. cuadrados
Enamorada del café, de  la familia
y los amigos que me ha dado.
Enamorada del calor que siempre me provoca.
Enamorada de sus mangos, de los  verdes con alguashte
Que hoy al recordar me hicieron un  río de agua la boca.
Enamorada del izote, del maquilishuat, del chilate.
Enamorada de un pequeño país y de su historia.
Esa historia  que surge desde el alba  y no descansa nunca
Y me marcó un día para convertirse en mi historia propia.

jueves, 2 de junio de 2011

Mi tumba, mi templo, mi tesoro




"Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba"
Rosario Castellanos

Tengo 36 años y no me avergüenza decirlo. Finalmente estos años son todo lo que tengo, todo lo que he vivido. Me lleva a cuestas un cuerpo que como diría Benedetti, apenas descubro mío. La verdad es que siempre lo tuve, pero tengo poco de disfrutarlo, y es que quiza si lo disfruté más en un principio pero no me di cuenta, porque así como cada pieza de nuestro cuerpo solo la percibimos cuando nos duele, el cuerpo entero solo se hace consciente con el paso de los años, cuando le vamos haciendo huellas y tatuando amores, malos hábitos y olvidos. Con todo y todo, amo este cuerpo que nunca cuidé tanto, ni aún cuando parecía que si lo hacía pero que sencillamente no hice porque ¿para qué? si no sabía que era mío, lo creía bello y hasta no mirarlo parecía sencillo.

Ahora lo reviso diariamente, lo pongo frente al espejo y lo ausculto como cualquier médico lo hace buscando el síntoma delator y soy feliz, realmente feliz de gustarme en general aún cuando podría quitar quizá algunos bultos, ponerme si pudiera otros, respingarme, planchar pequeños surcos y colorear y decolorar muchos puntos defectuosos, pero no, la verdad es que he llegado al punto intermedio en el que lo siento felizmente mío, solo mío, no de la juventud arrasadora en la que te vale lo que pase porque el cuerpo se repone pronto y de todo, ni tampoco de la madurez extrema en la que tendré que pedirle perdón a mis miembros por no poder hacer lo que el alma indica. No. Ahora miro mi cuerpo y me gusta identificar que está ahí, donde creí en la noche que lo había perdido. Me gusta notar que todavía puedo apostarle al tiempo y jugarle una mala broma, aparentar que no transcurre, que no visita y que aún le gana una partida la vanidad.

Ahora puedo decirle "Te quiero cuerpo mío y te lo digo así, sin humildad, sin morbo y sin falso pudor. Te quiero por permitirme disfrutar el mundo con todos mis sentidos, te quiero porque me has hecho fuerte y me has permitido dar vida y resguardar tesoros. Te quiero por mantenerme activa, te quiero por otro buen rato y para disfrutar la vida. Te quiero y debo cuidarte, te quiero y quiero mantenerte. Te quiero porque como sea, cuando sea y desde siempre, has sido, eres y serás mi tumba, mi templo, mi tesoro".

He aquí el poema de Benedetti que he traido en la cabeza toda esta semana, a la luz de los acontecimientos y de las enfermedades que rodean a los que quiero, a los que creí sanos, a los que se han marchado lejos. Un poema que aparece en un libro maravilloso llamado Andamios que habla precisamente de eso, del reencuentro con el cuerpo (en medio de otras cosas), del reencuentro consigo mismo; y es que no hay que ir más lejos a veces para reencontrarnos: Para querernos solo basta reencontrarnos con nuestro propio cuerpo:



"Cada día lo veo con mayor nitidez:
mi cuerpo, este cuerpo, es lo único mío,
mi casa solariega, mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza.

Viajo por él sin guía y sin resguardo
y como en un safari recorro sus penurias,
sus abras y archipiélagos,
sus redes varicosas,
sus manchas y suturas,
sus rótulas tarpeyas,
y hasta las cicatrices, ese agüero
del mañana que acecha.

No hay duda que mi cuerpo es lo único mío,
mi testamento ológrafo,
mi convincente nada, mi destino,
pero también mi dulce memoria de Rocío.

Estiro con la yemade mi pulgar villano
las costuras del tiempo,
pero no bien la quito
renacen y se afirman
todos sus amuletos.

La cabeza candela no existe como faro.
Es la que atiende y juzga,
la que asimila y sueña
la que se subordina
y a veces se subleva,
la que espera el regalo
de otro cuerpo a la espera
la que organiza tactos
y visiones y yugos
y resume en su piel
el pellejo del mundo.

Pese a todo mi cuerpo
es lo único mío,
mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza."
(Mario Benedetti)
                           
                              Alicia Salum

domingo, 29 de mayo de 2011

Caída libre

- ¿Me quieres?
- Si.... mucho
- Dime que fuí la primera
-....Si
- Pero dime que no hubo nunca otra como yo
- ...
- Anda, dime que no habrá otra mujer
-...
- Dime por favor que siempre seré yo
-...
- Dime



Moraleja: Si no quieres que se afecte tu salud, hay conversaciones  que nunca debes iniciar


miércoles, 25 de mayo de 2011

La regla de oro

Las mamás siempre andan diciendo lo que debemos y no debemos hacer, a veces esto pareciera en un principio un fastidio para cualquier mujer adolescente, una limitante para sentirnos creativas y andar haciendo por ahí lo que más nos complacería hacer. Lo cierto es que con el pasar del tiempo nos vamos dando cuenta no solo de que no sabríamos qué hacer sin ellas y sus consejos, sino que además su forma de hacer las cosas la hemos ido adoptando pacientemente y demostrándola en cualquier faceta de nuestra vida adulta, sobre todo cuando somos madres y nos encontramos con el hecho de que son nuestro mejor referente para poder ejercer ese papel tan difícil y para el que todavía no abren escuelas.

Mi mamá es así, le encanta como a toda mamá darme consejos; muchos los sigo, otros solo los asumo sin saberlo y se perfectamente que soy  la mujer más parecida a ella en toda la  faz de la tierra. Ella me dió una regla de oro: intentar todo lo que me da miedo, no dejarme vencer nunca y tratar de que nadie note si algo me daba pena. Creo que eso me ha ayudado mucho hasta la fecha, de alguna forma he llegado hasta donde estoy por ella y creo que el resultado ha sido bueno.

Hoy ella cumple años, casualmente en la misma fecha en que nació una de las mejores poetas. Es por eso que recuerdo a mi mamita con este lindo poema:

Economía doméstica
               
He aquí la regla de oro, el secreto del orden:
Tener un sitio para cada cosa
y tener
cada cosa en su sitio. Así arreglé mi casa.
Impecable anaquel el de los libros:
Un apartado para las novelas,
otro para el ensayo
y la poesía en todo lo demás.

Si abres una alacena huele a espliego
y no confundirás los manteles de lino
con los que se usan cotidianamente.
Y hay también la vajilla de la gran ocasión
y la otra que se usa, se rompe, se repone
y nunca está completa.
La ropa en su cajón correspondiente.

Y los muebles guardando las distancias
y la composición que los hace armoniosos.
Naturalmente que la superficie
(de lo que sea) está pulida y limpia.

Y es también natural
Que el polvo no se esconda en los rincones.
Pero hay algunas cosas
que provisionalmente coloqué aquí y allá
o que eché en el lugar de los trebejos.
Algunas cosas. Por ejemplo, un llanto
que no se lloró nunca;
una nostalgia de que me distraje,
un dolor, un dolor del que se borró el nombre,
un juramento no cumplido, un ansia.
Que se desvaneció como el perfume
de un frasco mal cerrado
y retazos de tiempo perdido en cualquier parte.
Esto me desazona. Siempre digo: mañana…
y luego olvido. Y muestro a las visitas,
orgullosa, una sala en la que resplandece
la regla de oro que me dio mi madre.
                                             Rosario Castellanos


¡Feliz cumpleaños mamá!!!

jueves, 19 de mayo de 2011

Ensayo de un lenguaje

"Invéntame un nombre con las manos
y deletréalo en mi piel,
juguemos a que puedo adivinarlo..."

Me gusta que me leas en sistema Braille,
tus dedos que recorren cada una de mis líneas
tus manos, gaviotas expertas en lectura,
desafían versos planeando en mis orillas.
Me gusta que tus labios descifren cada signo
me gusta que enfaticen en la interrogación
que reconozcan tiempos, que marquen los acentos
que presionen puntos que son insinuación.
Ve y cierra la ventana, posterga despedidas
Haz circular tus manos dejalas viajar
Permite que recorran mi nueva poesía
Que lean y se aprendan mi cuerpo epistolar.
                                                                Alicia Salum

martes, 17 de mayo de 2011

Déjà vu

El tiempo siempre nos traiciona. Ese tic-tac permanente que recuerda nuestra marcha de manera constante sin cedernos pausas ni un poquito de piedad, ese que nos dice con abierto cinismo que nunca son las mismas flores las que vemos nacer en nuestros jardines, ese que recorre caminos sin pasaje de vuelta, ese  viejo duende que vino hoy para hacerle cosquillas al presente, a picarlo con sus filosas agujas que avanzan ininterrumpidamente siempre a la derecha y que solo hoy, traviesamente, se dispuso a girarlas hacia atrás.
Hoy me hizo sentar frente al mismo aparato de hace muchos años y me hizo sentir lo mismo que en esas noche sentía. Por eso hoy, sorpresivamente me sentí menos lejos, hoy caminé hacia atrás en distancia y en tiempo y disfruté un ambiente conocido aún cuando no lo veía, aunque no fuera de noche, aunque no fuera aquella casa, ni aquel país, ni aquellas poesías. Hoy recordé tantos sueños compartidos no por ser los mismos sino por conocer el sendero donde fueron construidos. Hoy imaginé a un par de muchachos en la RV intentando decir lo que usualmente no se podía. Hoy me supe escuchando. Hoy me supe nuevamente orgullosa y amiga.
Hoy supe que el tiempo no regresa nada, pero de vez en cuando, quizá cuando uno menos lo espera, nos regala poesía:
Tiempo sin tiempo (Mario Benedetti)

viernes, 6 de mayo de 2011

Rosario Castellanos


Murió el mismo año en que yo nacía pero la conocí hace poco, por obra de la  casualidad, de esa casualidad que me encanta cuando se me aparece y que no tiene nada que ver con el destino, solo con la magia de ser casualidad. Fue en una feria del libro cuando me acerqué a un stand y  abrí su libro “Poesía no eres tú” y me encontré con ella,  así sin más,  con el alma escrita en versos sostenidos en ese momento por mis manos, con un poema que me mostró una parte de ella y también mía, muy interna, tal cual como lo haría un espejo si lo tuviera enfrente. Desde entonces fue fácil seguirla y hacer míos sus poemas. Rosario tiene en su escritura una abundante capacidad para mostrar su interior de una forma inteligente, elegante, de forma extremadamente femenina, no por eso menos sincera pero si dolorosa, irónica y bella.  Para Rosario no fue fácil, enfrentó un mundo culturalmente diseñado por los hombres, estudió en una época en que lo más sencillo era buscarse un marido y criar al producto de su destino, a la razón de su  saber ser mujer.  Pero Rosario era con todo y muy bien plantada, una mujer, una “feminista” como se declaraba ella, en una época donde “feminismo” era conciencia del ser mujer y no la denigración del ser femenino para competir e intentar ser más que el hombre. Rosario se descubrió mujer y como tal, amó con locura pero se descubrió vulnerable.
Nunca he creído en la reencarnación, pero lo cierto es que entre más conozco de ella más quisiera creer y saberla reencarnada en mi de alguna forma. No es así por supuesto, pero me identifico con Rosario y es que no es para menos, ambas nacimos en la misma ciudad pero vivimos muy lejos de esa urbe, crecimos al sur, en lugares verdes y perfumados, en tierras abundantes y ricas de elementos naturales y gente humilde, tierras parecidas y Mayas,  aunque sean tierras de países diferentes. Ambas salimos a estudiar y nos trazamos un camino más allá de lo que estaba escrito. Ambas nos supimos mujeres y rescatamos, cada quien a su manera y sus recursos, la dignidad de serlo.
Aquí les dejo un primer poema de Rosario. Seguramente compartiré otros más adelante:
Nocturno
Amigo, conversemos.
desde hace ¿cuántos años?, desde el día
en que a un tiempo rompimos la tiniebla
y con vagido entramos en el reino del aire;
desde que los mayores nos pusieron
la sal sobre la lengua
y nos soplaron al oído un nombre
(no de amor, de destino),
un nombre que repites todavía
y que repito yo y repetiremos
hasta el fin, hasta el fin, sin entenderlo
hemos estado juntos.

Espalda con espalda. El uno viendo
nacer el sol y el otro
posando su mejilla en el regazo
materno de la noche.

Atados mano contra mano y vueltos
– forcejeando por irnos –
uno hacia el sur, hacia el fragante verde
y el otro a la hosquedad de los desiertos;
desgarrados; sangrando yo con la herida tuya
y tú quizá doliéndote
de no tener ni siquiera una pequeña brizna
e dolor que no sea también mía,
hemos sido gemelos y enemigos.

Nos partimos el mundo. Para ti
ese fragmento oscuro del espejo
en que sólo se ve la cara de la muerte;
los hierros, las espinas del sacrificio, el vaso
ritual y el cascabel violento de la danza.

viernes, 29 de abril de 2011

Alada


Alada era una pequeña  flor de maquilishuat que movía con gracia sus pétalos cada vez que pasaba el aire, por eso creía que tarde o temprano podría volar. 
Era de esas flores raras, incómodas con aquello a lo que se le llama destino. Era amante del sol y de la música producida por las hojas de los árboles en su vaivén. Era intensa y temerosa como cualquier flor, pero soñadora con alcanzar la luna, quería cosas nuevas, mundos posibles para ser conquistados. Se sentía atrapada en su jardín. Aún cuando sabía  lo que quería, no sabía cómo encontrarlo en  ese pequeño espacio al que a pesar de todo ella tanto amaba.  Así, un buen día de abril,  se sintió tentada por las noticias que traía el viento y se dijo “me iré de aquí” y sin pensarlo más, comenzó a despedirse.
Primero fue  con sus amigas las demás flores, sorpresivamente a como ella lo esperaba,  ninguna le dijo “quédate”, solo decían “que seas feliz” y disfrutaron y rieron juntas mientras pudieron. Luego le dijo adiós a los pájaros y todos bailaron con ella al ritmo que les marcaba el viento y disfrutaron de colores y mieles antes de verla partir. Al final los pájaros le dijeron: “ojalá logres todos tus sueños”. Ellos también volaron lejos, como lo hacen siempre todos los pájaros. Llegó el momento de despedirse de la tierra quien estaba triste porque no sabía con qué nutrientes ni con qué raíces sostener más tiempo a la flor… ella la vio crecer y soltarse los pétalos, silbar con el viento, acariciar las nubes… Ella la quería libre pero no sabía cómo,  pues no quería verla caer ni dejarla partir. Por fin se armó de valor y le dijo: “Estas lista, cuando quieras puedes irte y cuando quieras puedes volver”.
Ya estaba todo, solo faltaba el favor del viento para partir… pero no,  faltaba también un adiós,  el del joven arbusto, el pequeño cafeto contiguo a la flor. Era difícil saber cómo hacerlo, ella siempre hablaba mucho, él en cambio decía muy poco. Cuidaba sus frutos y sus hojas y sus tallos de cualquier extraño en el ambiente, era un arbusto sensible pero poco expresivo con la flor. Pero ellos habían pasado muchas tormentas juntos y  se habían visto crecer y habían compartido la misma sombra, el mismo sol… ¿Cómo hacer para decir adiós?
De repente, por un juego travieso del viento, se cortó del árbol la pequeña flor y cayó de picada sobre el arbusto. Fue entonces que la flor se quedó callada, temblaba ante la nueva sensación de estar realmente suelta, a merced del viento, acogida solamente por el cafeto. El viento al verla caer también se detuvo, el silencio era completo. Inesperadamente, sobre el sépalo de la flor cayó una pequeña lluvia como rocío. Entonces ella lo supo,  la lluvia venía del cafeto, se despedía sin detenerla y le regalaba en la lluvia un “siempre”  y un “algo más”.
La flor dejó de temblar,  se sentía tan fuerte y protegida como la flor del cafeto, supo entonces que era libre, que realmente había llegado la hora de volar,  que bajo esa lluvia dejó de ser la pequeña flor para convertirse en una flor más fuerte,  más libre, más amiga del viento… se convirtió en una flor alada para siempre.