miércoles, 25 de mayo de 2011

La regla de oro

Las mamás siempre andan diciendo lo que debemos y no debemos hacer, a veces esto pareciera en un principio un fastidio para cualquier mujer adolescente, una limitante para sentirnos creativas y andar haciendo por ahí lo que más nos complacería hacer. Lo cierto es que con el pasar del tiempo nos vamos dando cuenta no solo de que no sabríamos qué hacer sin ellas y sus consejos, sino que además su forma de hacer las cosas la hemos ido adoptando pacientemente y demostrándola en cualquier faceta de nuestra vida adulta, sobre todo cuando somos madres y nos encontramos con el hecho de que son nuestro mejor referente para poder ejercer ese papel tan difícil y para el que todavía no abren escuelas.

Mi mamá es así, le encanta como a toda mamá darme consejos; muchos los sigo, otros solo los asumo sin saberlo y se perfectamente que soy  la mujer más parecida a ella en toda la  faz de la tierra. Ella me dió una regla de oro: intentar todo lo que me da miedo, no dejarme vencer nunca y tratar de que nadie note si algo me daba pena. Creo que eso me ha ayudado mucho hasta la fecha, de alguna forma he llegado hasta donde estoy por ella y creo que el resultado ha sido bueno.

Hoy ella cumple años, casualmente en la misma fecha en que nació una de las mejores poetas. Es por eso que recuerdo a mi mamita con este lindo poema:

Economía doméstica
               
He aquí la regla de oro, el secreto del orden:
Tener un sitio para cada cosa
y tener
cada cosa en su sitio. Así arreglé mi casa.
Impecable anaquel el de los libros:
Un apartado para las novelas,
otro para el ensayo
y la poesía en todo lo demás.

Si abres una alacena huele a espliego
y no confundirás los manteles de lino
con los que se usan cotidianamente.
Y hay también la vajilla de la gran ocasión
y la otra que se usa, se rompe, se repone
y nunca está completa.
La ropa en su cajón correspondiente.

Y los muebles guardando las distancias
y la composición que los hace armoniosos.
Naturalmente que la superficie
(de lo que sea) está pulida y limpia.

Y es también natural
Que el polvo no se esconda en los rincones.
Pero hay algunas cosas
que provisionalmente coloqué aquí y allá
o que eché en el lugar de los trebejos.
Algunas cosas. Por ejemplo, un llanto
que no se lloró nunca;
una nostalgia de que me distraje,
un dolor, un dolor del que se borró el nombre,
un juramento no cumplido, un ansia.
Que se desvaneció como el perfume
de un frasco mal cerrado
y retazos de tiempo perdido en cualquier parte.
Esto me desazona. Siempre digo: mañana…
y luego olvido. Y muestro a las visitas,
orgullosa, una sala en la que resplandece
la regla de oro que me dio mi madre.
                                             Rosario Castellanos


¡Feliz cumpleaños mamá!!!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta como escribes
Martha

É.L. Menjívar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
P.M. dijo...

muy bonito el poema, y "madre corbata"???

Alada, fuerte y azul dijo...

ok, ya vi que si se puede.
Pata: Madre de corbata es mío y ella ya lo conoce. este es más lindo y es de otra cumpleañera.
Gracias

Anónimo dijo...

Este es muy lindo, pero "madre de corbata" es el mio, para mí y me encanta