sábado, 25 de junio de 2011

Herencias


Tomar café fue cosa de ella, lo aprendí muy bien en su regazo.  Yo tenía apenas los  5 años cumplidos. Compartíamos  las tardes con una taza de café que a veces solo era Café "Listo"  que ella hacía para mí como agua de calcetín. Lo tomábamos frente a los árboles de higo, limón y granada que teníamos en el patio. Mientras lo tomábamos, escuchaba las  historias y chismes que contaba con mis tías Angélica y Estela, mientras saboreábamos un pedazo de marquesote, semita o pan de maíz comprados en el parque de Atiquizaya. 
       El gusto por el café aún lo conservo, quizá solo lo tomo un poco más fuerte, pero el café que me pongan enfrente, sea fino, sea expresso, capuccino o el tradicional "de calcetín" me lo tomo gustosa y agradezco haber disfrutado y compartido juntas,  uno de los mejores placeres que conservo hasta la fecha.



    El sueño de viajar también lo aprendimos de ella, somos 4 las afortunadas que provenimos y nos criamos con ella, sino era México, era Panamá o quizá Guatemala, a la capital, San Salvador o a Esquipulas,  pero le encantaba andar del "Tingo al Tango" y sé, estoy segura, que si su cuerpo se lo hubiera permitido, hubiera viajado un poco más. Decía que viajar hace a la gente un poco más culta y le permite platicar de todo un poco y no creer que donde uno vive es lo único de este mundo. Yo creo que tenía mucho de cierto en eso, aunque lo más importante del viaje, siempre será viajar.

Leer, mi afición por conocer biografías y poemas también viene de ella. En las tardes Ahuachapanecas conocí a. Alfredo Espino, el poeta que según decía era su primo, conocí a Claudia Lars y su "Tierra de infancia", las anécdotas de la  niña de Armenia;  a Salarrué y a Rubén Darío con su  "Margarita está linda la mar"  y el libro de cuentos fantásticos que lleva por título, el mismo nombre de mi hija, Azul.




   Tengo también su carácter, aunque formas de pensar muy distintas, tengo un niño Dios que ella me regaló y se ha salvado de varios terremotos y el anillo de boda de sus padres con la fecha y nombres de ellos grabados en 1907. Ese anillo es el mismo de mi boda casi 100 años después.

Tengo bellos recuerdos de los días en que tomábamos la 202 para llegar a Ahuachapán, las ventas en los buses, la gente con canastos hasta en la parrilla, los cantantes entreteniéndonos un rato,  las visitas al mercado, a la iglesia, al llano del Espino, al cementerio, a la cripta familiar.

   También tengo, no tan buenos recuerdos,  como el susto que nos llevamos cuando mi hermana se aventó del bus porque se dió cuenta que ella ya se había bajado, el dolor de ver partir a sus hermanos que eran 5 y se fueron mucho antes que ella. Las discusiones continuas en mi edad adolescente, en  el encuentro de dos caracteres indomables y parecidos. Con todo y todo, con el tiempo solo pueden sostenerse los recuerdos alegres, los momentos compartidos, la experiencia de vidas que se cruzan para marcarse y encontrar sentidos para seguir.

    Ella era mi abuela y  hoy cumpliría años. Creí que llegaba a los 100 pero se quedó a solo 4 de poder cumplirlos. Yo imáginé que los celebraríamos porque se veía fuerte como un roble, pero como los robles, nunca perdió su fuerza, solo dejó de estar aquí para llegar a donde creía ella, donde soñaba ella, donde están sus amores que ya no están en esta tierra.  Hoy cumpliría 96 y antes de irse logró reunirnos a todos los que nos quedamos y así, dejarnos la mejor herencia, el amor y el orgullo de pertencer a  su real familia Salazar.

   Feliz cumpleaños Mina,  gracias y hasta pronto.

lunes, 20 de junio de 2011

Los ciclistas


"Bicicleta con Flores" Maritza Bernal 2009

En León es ya casi la hora de que llueva, pero ya no llueve. Es la misma hora en que los ciclistas retoman su camino a casa despidiéndose del sol.

Cuando llegué,  León ya era la ciudad de ciclistas que es ahora. Era muy raro para mi, que venía de lejos, ver tanta gente en bicicleta pasando junto a los carros y atravesando las principales avenidas de una manera tan campante. Me divertía al escuchar "serás de hule...." o "comes ligas..." de alguno que otro motorista que tenía la mala suerte de encontrárselos cerca, pero luego me angustiaba al recordar que es muy común encontrarlos atropellados con las bicicletas simulando acordeones de papel y ellos lejos, aventados en el asfalto, llorando quizás la pérdida de su único medio de transporte si es que no llorando por la novia o el bebé que venía con él.

León cuenta en la actualidad con más de 80,000 ciclistas y 63 Kms. de ciclovías que los resguardan de la selva del tráfico Leonés. La mayor parte de los amantes del ecológico transporte que no nació por ecológico sino por económico, son obreros de la industría del calzado y sus afínes (curtiduría, cartonería, pespuntería y química) muchos incluso ahorran parte de su salario de cada semana para obtener una nueva bicicleta que los ayude a trabajar o visitar a la novia y los amigos y recorrer quizá hasta 20 Kilometros diarios, siempre y cuando no los atropellen o se las roben, por que sino, sino pasó a mayores, habrá que comprar otra.

Cada mañana cuando salgo, me encuentro a los ciclistas, los veo desde lejos, montados en las ciclovías. Es lindo imaginar que ya corren menos peligro y que hasta me es posible identificar a uno que otro que se me atraviesa en la ruta, podría decir que hasta me alegra verlos, son parte de la ciudad, de la identidad del Leonés y quizá es eso lo que me llevó a escribir hoy y reconocer en los ciclistas, un ejercito antigüo, un principio cultural de esta tierra que me adopta cada día, que no es mía pero en ella vivo y es de los míos y de los ciclistas y tan solo por ellos es digna de dedicarle una poesía:



Anda ciclista,  te espera la jornada
Anda, ciclista, en la canasta tus sueños
Sorpresas la calle te depara.





CICLISTA

A contramano y joven,
el ciclista baja a fondo
la calle que va a la madrugada.
Manos sumidas en infantiles migas,
garganta solapada a la afilada sombra,
sólo su alma, alto en el sueño
pedalea inmóvil, de medio cuerpo olvido,
cadenciosas las piernas,
esbelto de silueta y fácil de designio.
La máquina de gracia marcha sola,
manubrio libre helado de rocío,
tenue animal diáfano y leal
que su jinete sueña
y alimenta apenas
de un delgado equilibrio
imantado a la víspera del este,
ciego y certero bicornio amaneciente,
gamo fino del alma.
Quién tuviera así las ruedas fieles
para encontrar, soñándolo en el filo,él sino.
                                   César Mermet http://cesarmermet.blogspot.com/

Identidad

No soy yo

domingo, 5 de junio de 2011

Vuelvo a vivir


"Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya"  Séneca

Una muy buena amiga, de esas que uno conoce más cuando ya no se está cerca, me compartió el día de hoy el video que les comparto, es una canción Chilena, del grupo Illapu hecha para su país querido. La idea es que con esa canción yo también recuerde el mío y puedes estar segura  querida amiga de que fue así.

Es para todos los que estén lejos de su tierra, hayan nacido o no en ella, eso es lo que menos importa. Solo es suficiente llevarla en el corazón:


Enamorada
Enamorada hasta los huesos
de un pequeño gigante
Enamorada de  sus pies que moja en el pacífico
Y de sus millones de inquietos habitantes.
Enamorada punto a punto de sus 21,041 Km. cuadrados
Enamorada del café, de  la familia
y los amigos que me ha dado.
Enamorada del calor que siempre me provoca.
Enamorada de sus mangos, de los  verdes con alguashte
Que hoy al recordar me hicieron un  río de agua la boca.
Enamorada del izote, del maquilishuat, del chilate.
Enamorada de un pequeño país y de su historia.
Esa historia  que surge desde el alba  y no descansa nunca
Y me marcó un día para convertirse en mi historia propia.

jueves, 2 de junio de 2011

Mi tumba, mi templo, mi tesoro




"Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba"
Rosario Castellanos

Tengo 36 años y no me avergüenza decirlo. Finalmente estos años son todo lo que tengo, todo lo que he vivido. Me lleva a cuestas un cuerpo que como diría Benedetti, apenas descubro mío. La verdad es que siempre lo tuve, pero tengo poco de disfrutarlo, y es que quiza si lo disfruté más en un principio pero no me di cuenta, porque así como cada pieza de nuestro cuerpo solo la percibimos cuando nos duele, el cuerpo entero solo se hace consciente con el paso de los años, cuando le vamos haciendo huellas y tatuando amores, malos hábitos y olvidos. Con todo y todo, amo este cuerpo que nunca cuidé tanto, ni aún cuando parecía que si lo hacía pero que sencillamente no hice porque ¿para qué? si no sabía que era mío, lo creía bello y hasta no mirarlo parecía sencillo.

Ahora lo reviso diariamente, lo pongo frente al espejo y lo ausculto como cualquier médico lo hace buscando el síntoma delator y soy feliz, realmente feliz de gustarme en general aún cuando podría quitar quizá algunos bultos, ponerme si pudiera otros, respingarme, planchar pequeños surcos y colorear y decolorar muchos puntos defectuosos, pero no, la verdad es que he llegado al punto intermedio en el que lo siento felizmente mío, solo mío, no de la juventud arrasadora en la que te vale lo que pase porque el cuerpo se repone pronto y de todo, ni tampoco de la madurez extrema en la que tendré que pedirle perdón a mis miembros por no poder hacer lo que el alma indica. No. Ahora miro mi cuerpo y me gusta identificar que está ahí, donde creí en la noche que lo había perdido. Me gusta notar que todavía puedo apostarle al tiempo y jugarle una mala broma, aparentar que no transcurre, que no visita y que aún le gana una partida la vanidad.

Ahora puedo decirle "Te quiero cuerpo mío y te lo digo así, sin humildad, sin morbo y sin falso pudor. Te quiero por permitirme disfrutar el mundo con todos mis sentidos, te quiero porque me has hecho fuerte y me has permitido dar vida y resguardar tesoros. Te quiero por mantenerme activa, te quiero por otro buen rato y para disfrutar la vida. Te quiero y debo cuidarte, te quiero y quiero mantenerte. Te quiero porque como sea, cuando sea y desde siempre, has sido, eres y serás mi tumba, mi templo, mi tesoro".

He aquí el poema de Benedetti que he traido en la cabeza toda esta semana, a la luz de los acontecimientos y de las enfermedades que rodean a los que quiero, a los que creí sanos, a los que se han marchado lejos. Un poema que aparece en un libro maravilloso llamado Andamios que habla precisamente de eso, del reencuentro con el cuerpo (en medio de otras cosas), del reencuentro consigo mismo; y es que no hay que ir más lejos a veces para reencontrarnos: Para querernos solo basta reencontrarnos con nuestro propio cuerpo:



"Cada día lo veo con mayor nitidez:
mi cuerpo, este cuerpo, es lo único mío,
mi casa solariega, mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza.

Viajo por él sin guía y sin resguardo
y como en un safari recorro sus penurias,
sus abras y archipiélagos,
sus redes varicosas,
sus manchas y suturas,
sus rótulas tarpeyas,
y hasta las cicatrices, ese agüero
del mañana que acecha.

No hay duda que mi cuerpo es lo único mío,
mi testamento ológrafo,
mi convincente nada, mi destino,
pero también mi dulce memoria de Rocío.

Estiro con la yemade mi pulgar villano
las costuras del tiempo,
pero no bien la quito
renacen y se afirman
todos sus amuletos.

La cabeza candela no existe como faro.
Es la que atiende y juzga,
la que asimila y sueña
la que se subordina
y a veces se subleva,
la que espera el regalo
de otro cuerpo a la espera
la que organiza tactos
y visiones y yugos
y resume en su piel
el pellejo del mundo.

Pese a todo mi cuerpo
es lo único mío,
mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza."
(Mario Benedetti)
                           
                              Alicia Salum