miércoles, 21 de enero de 2015

Destino


El destino no existe. Lo que existe o no, lo construimos y destruimos nosotros mismos, Ayudan un poco el tiempo, las circunstancias, la vulnerabilidad en que nos encontremos y las ansias locas por comprobarnos ese no sé qué, que se traduce en desafío ante aquello que tememos o que no sabemos asumir de otra manera.

El destino no existe. Somos nosotros. Un mundo interno o externo muy distinto a lo que queríamos. El destino, aquellos que  llamamos futuro, el presente que se convierte en destino, van de la mano con uno. Cada quien sabe si su destino-presente-futuro lo hizo o no maravilloso y si el recorrido y el aprender a vivir ha valido la pena. 

El destino no existe, solo existe construir o destruir aquello que amamos con el único instrumento posible: nosotros.

Destino

                       Rosario Castellanos

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.

El hombre es anima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.

Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos