viernes, 26 de octubre de 2012

El jardín de las tentaciones

Mentira, cuando Adán pecó con Eva no fue por culpa de ninguna serpiente. Eva  sabía sin ninguna inocencia que la tentación era mucha, que el jardín inspiraba y  que estaban solos. Eva saboreaba desde hacía tiempo aquellos frutos carnosos que colgaban de las ramas, ya maduros, y que prometían un paraíso de exquisita miel. Eva siempre lo supo. Luego le vino el destierro, el mito de la inocencia perdida, el fin de todos los tiempos...
Eva, desterrada para siempre de ese paraíso se prometió volver,  pero no, en el último intento se quemó la boca.
Eva se refugia desde entonces en un sueño sin retorno. En un laberinto sin accesos. En el goce de los locos. Eva proyecta sueños  y baila con los pájaros. Se abraza mientras baila, a unos ojos. Se mueve al compás de unas manos finas que la aprietan y del canto de unos labios que susurran a su oído.
Eva seduce a la muerte, se entrega a ella, amante, enardecida, en un sueño, tentada  por el jardín de las mil bocas.


La Boca

Boca que arrastra mi boca.
Boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.

Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos tremendos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astros que tiene tu boca
enmudecido y cerrado,
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡ Cuánta boca ya enterrada,
sin boca, desenterramos!

Bebo en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volver a besarte,
he de volver. Hundo, caigo
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
Vida, Muerte, Amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

Miguel Hernández

viernes, 12 de octubre de 2012

Pesos y pesos

El poder de la palabra depende del nivel jerárquico de quien la emite, el poder de la dignidad jamás.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Las palabras de Tlatelolco

Cuando decidí abrir este espacio fue con la única intención de reflejar la luz que acompaña a la palabra, fue con el firme propósito de no callar aquello que me conmueve.  Pero hoy no, hoy la palabra no ha sido suficiente y no supera algunos abismos para los que ha sido creada.

Hoy, en la plaza de las tres culturas no  me fue posible asimilar todas las palabras. La literatura que ha rondado aquel espacio se me ha quedado corta, la imagen previa y construida para ella se diluye como un sueño,  lentamente, sin remedio y sin retorno al despertar.

Fue suficiente que estuviera ahí, parada ahí, respirando ahí, mojándome ahí,  para que toda la historia de tantos siglos me cayera limpia, silenciosa y  doliéndome tanto.

Hoy no quiero decir más, solo mostrar lo que vi, mostrar en carne viva las palabras ocultas en todo ese silencio,  en su historia cíclica y poco caprichosa, en su historia egocéntrica, dolocéntrica, en su llanto, en el llanto de tantos, de tantos que han pasado por ahí.


 
 





 



 


 


Memorial de Tlatelolco

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
Para que nadie viera la mano que empuñaba
El arma, sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en el radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.

Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.

(Rosario Castellanos)

lunes, 2 de julio de 2012

México, país de nobles

Solo vivir en México sin haber estado siempre dentro, pudo ayudarme a entender la contraparte de la palabra noble. No  se trata de cuando se dice que alguien es noble porque obtiene un título por parte de la realeza  o como resultado de haber nacido con cierto linaje, sino de ser noble, del latín “nobilis”, que es interpretado como alguien  conocido o ilustre y utilizado mucho en México como adjetivo sinónimo de generosidad, de tener humildad y capacidad para el perdón. Noble porque viene de una “una familia bien”. Noble, porque  es capaz de dejar pasar una ofensa y seguir creyendo en su amo, en el señor del cual depende todo lo que este noble posee, porque finalmente es este amo el que le da su nombre y lo reconoce como noble y él, por tanto, sería incapaz de morder la mano que le da de comer. Es el noble que pone la otra mejilla después de haber sido agredido y actúa bien, como si nada hubiera pasado, sin condición y sin queja, realizando con gracia la encomienda que su señor le dio.
México es así, un país de hombres y mujeres nobles que perdonan todo y siguen creyendo que el valor del mexicano es hacerse fuerte ante el dolor. Nobles los mexicanos que se vanaglorían de su historia llena de color y de heroísmo, llena de personajes fuertes y generosos que siempre triunfan precisamente por su bondad, como lo hizo con su vida ejemplar el humilde Juan Diego, el indígena chichimeca que tuvo una vida honorable y que siempre actuó con respeto a sus autoridades incluyendo a Fray Juan de Zumárraga, a pesar del mal trato que este le daba mientras no creía en él.
México tiene grandeza histórica cincelada a pulso con pesados ideales que transmite cuidadosa y religiosamente a cada uno de sus hijos. En la escuela les envuelve episodios de su historia con listones tricolores a manera de regalo y mediante actos cívicos y efemérides semanales les infunde los valores patrios con los que crecen, respetando y anteponiendo hasta incorporarlos a su identidad. México conforma un ejército de ciudadanos nobles, de niños héroes a los que les  empachan los ojos  con  historias de tele y sueños como los de Tizoc. Su nobleza les permite seguir aceptado espejos a manera de recompensa por las riquezas entregadas y por si esto fuera poco, terminan dando las gracias y cayendo de nuevo en la trampa pero siempre con el orgullo en alto  porque de tanto recordar y recordar su historia, se les ha ido quedando la memoria manca, manca para salir de sí mismos y dejar  de aferrarse a aquel dicho de que "como México no hay dos", manca para construirse una nueva historia, una propia, una presente y no la de sus antepasados, manca para dejar de refugiarse en su pasado y en la culpa de la autoridad a la que siempre respeta aunque  no le cumpla, manca para asumir al fin su derecho y la posibilidad de equivocarse pero sin retroceso, sin repetir  la historia a manera de neurosis del destino para  ver si ahora sí sucede, para ver si ahora sí voltean a verlos, sin tener que aferrarse más a su revolución centenaria, sin apegarse  al gastado dicho de  "más vale malo conocido que bueno por conocer."
La nobleza de México, poniendo bajo la lupa su compulsión para repetir su historia, ha dejado de ser un casual acontecimiento en donde lo que pase es culpa de todos, de los de enfrente, de las instituciones pero nunca de sí mismos. La nobleza en México es más bien parte de su estructura, el mexicano goza cuando le dicen “eres un hombre noble”, porque su goce se sostiene precisamente en ese bien supremo que es la ley  del padre  y que se encarna en el jefe, en el maestro, en el patrón, en el cura,  en cualquier autoridad a quien siempre pondrá por encima de sí mismo.
México es un país que sueña, que puede y que tiene todo  pero en su nobleza se ha quedado dormido  y por más que su sangre joven le está hirviendo por dentro, por más que lo pellizcan, por más que lo desangran, por más que todos sus hijos le gritan cuánto les duele, México no logra despertar y sacudirse. Sacudirse tantita de esa nobleza que ahora más que una virtud se le ha convertido en estorbo. Sacudirse tantito ese miedo a dejar de ser noble y que se consideren sus actos y sus palabras como si cometiera la más alta traición.

ALTA TRAICIÓN

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
                  José Emilio Pacheco


INDESEABLE

No me deja pasar el guardia.
He traspasado el límite de edad.
Provengo de un país que ya no existe.
Mis papeles no están en orden.
Me falta un sello.
Necesito otra firma.
No hablo el idioma.
No tengo cuenta en el banco.
Reprobé el examen de admisión.
Cancelaron mi puesto en la gran fábrica.
Me desemplearon hoy y para siempre.
Carezco por completo de influencias.
Llevo aquí en este mundo largo tiempo.
Y nuestros amos dicen que ya es hora
de callarme y hundirme en la basura.
                                     José Emilio Pacheco

lunes, 4 de junio de 2012

De esperanzas y sal

-"Tiene que calmarse"- le dijo el médico sin mirarla a los ojos -"¿cómo se siente ahora, con las nuevas pastillas?"
-"mal" - dijo ella conteniendo sus lágrimas - "Sigo con ganas de no ser, de nunca más saber"
-"Tendré que internarla entonces"- le anuncio  él,  serena pero firmemente,  mientras cerraba su libreta, ponía en "off"  la grabadora y hacía por teléfono una llamada.

No había más, ella sabía que tarde o temprano pasaría, que  los locos se reconocen locos desde el primer llanto, aquel que su madre  angustiada,  nunca pudo  interpretar. Cómo no reconocerse en los ojos de su hermano, el drogadicto amoroso que compraba, más que polvo, castillos de cristal.

Cómo no saberlo también aquella tarde de domingo que, como  en un juego de niños que disfrazan frustración, su padre jaló el gatillo cayendo frente ella...
Cómo no esperarlo junto con el Alzheimer acechando a la familia , cómo no sentirse loca, sin razón. Cómo no quedarse sola como cualquier loco, si solo los locos entienden lo que son.


Cuando llegaron por ella, no opuso resistencia, se dejó llevar así, pacífica, retraída en sus sueños de sal, amarrada a los recuerdos y los poemas de Gelman que tanto le gustaban. Llevaba la cara limpia pero la cabeza repleta de enredos y esperanza.



Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.


Juan Gelman



El juego en que andamosSi me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

Juan Gelman 

viernes, 25 de mayo de 2012

Aroma de futuro


A veces  el futuro  luce igual que una camisa grande

Se antoja como la fruta rancia
madurada a la fuerza
en manos de algún despistado


Un ave de papel sostenida por nadie

Un vino áspero
decantado en copa de castigo
resaltando su aroma de orfandad.

Cadena invisible que estrangula las ganas de ser uno
que convida a rasgar la vida y creer todavía
 que fue por voluntad

A romper el vaso hasta ahogarse en la inmensidad

A veces     a - m - a - r
se asemeja  a     e - s - t - o - r - b - o


Admitir sin queja que al final
enfrentar la vida significa
saber estar con uno mismo a la deriva
empujarse sin retorno hacia el abismo...


Aceptarse en soledad

                                            Alicia Salum




viernes, 23 de marzo de 2012

El rincón de las mariposas o collage para un amigo

Las mejores cosas de la vida llegan sin anunciarse. Un día, de repente, nos damos cuenta que estamos vivos de a deveras, que no se existe por existir ni solo porque un músculo involuntario se nos contrae sino porque hay una conexión con la vida y nos regala sentido para la existencia. Así, un buen día puede aparecerse ante nosotros un muchacho que fecunda mariposas, que enseña que la noche es un gran colador de estrellas, que nos dice en su mirada que es tan grande e infinito el mundo como lo que puede escribirse en una hoja de papel.

Las mejores cosas de la vida llegan sin anunciarse, se acostumbra uno sin embargo a vivir con ellas. Las acariciamos con el paso del tiempo y son las únicas cosas que no se vuelven viejas.
Las mejores cosas de la vida llegan siempre cuando uno menos las espera.

Collage para los amigos que se fecundan mariposas o quizá peces o quizá estrellas según sea la hora:


... Que complicados somos. Lo único cierto cada día de este nuestro nosotros, es que quiero un buen día de estos acompañarlo a una librería, a esas con libros de segunda mano, con mil tesoros escondidos, inimaginables. Sorprendernos con lecturas nuevas o algunas viejas que compartirle al otro. Caminar y caminar sin rumbo fijo, sin percatarnos de la hora, platicando cualquier cosa que nos permita seguir caminando y riendo. Conocer su último escrito, de su puño y letra, de esa letra suya y puntiaguda que ilumina mi entorno cuando llega. Tomarnos un café en su casa y escuchar la música que quiera enseñarme, conocer un nuevo Silvio u otro Benedetti, recordar a Beethoven y dejar mis manos lejos del café. Acompañarnos un día al mar y llevar únicamente unos sándwiches de atún aunque el agua ni siquiera pueda tocarnos cuando el viento sople. Querido amigo, lo único que importa hoy, es que quisiera de nuevo detener el tiempo en una noche. Tal vez esta vez sea con menos lágrimas pero con el mismo abrazo de aquel entonces. Y por favor, justo antes de volver a poner distancia, vuelva a tocar mi cara con sus manos para quitar la basurita que siempre, no sé cómo le hace, pero siempre me encuentra y si no es mucho pedir, permítame besar sus párpados.


De la vida envidiable de Feliciano Argueta
Mario Payeras

Ya ves que aquella despedida de México,
provisional como todos los plazos del corazón,
no pudo sobrevivir a su propia promesa.
Y hoy que es marzo,
compañero,
y que ya no te encuentras bajo este viejo cielo
donde los pájaros son desmemoriados,
me llena la certeza de que mientras no nos vimos
averiguaste más sobre la semejanza que en los dias de la escuela
llegamos a vislumbrar entre la realidad y las marquetas tempranas
que dejaba en las esquinas el carruaje del hielo.
Así supe que en los años de la guerra
te asediaron a menudo las papalotas de la infancia
que a ti también te desvelaron las estrellas
en las noches de la sierra
(esa desordenada fiesta de bengalas
de difícil sentido),
y que entre tantos paisajes como viste
había dos o tres que para ti llegarían a ser insustituibles.
Supe que después de todo
te sorprendió que el amor fuera eso tan disperso,
que puede a veces consistir en el rito desolado
de recoger para alguien que ni siquiera conocemos
las caracolas de Guanabo
en las interferencias de una marimba lejana
en la noche de Bruselas
o en la muchacha de la blusa azul
que un domingo de Berlín nos reveló con sus modales
los infinito riesgos del olvido.
Hoy sé que así tratabas de explicarme
que el mundo es demasiado grande para nuestra nostalgia.
Y esa desamparada aventura terrestre íbamos a contárnosla
aunque fuera después de aquellos largos almanaques de ausencia,
como tú mismo decías.
Yo te esperé muchas veces en un café de Praga
mientras tú quizás andabas,
en horarios distintos,
por el remoto cielo de Valparaíso,
pensando que en efecto la realidad es translúcida
pero que es atravesable en un solo sentido
porque no tiene caminos de regreso.
Y qué bueno hubiera sido encontrarnos algún día
para entregarnos cuentas de lo andado,
para mirarnos a los ojos
por lo menos
una vez más en la vida
y arrancarnos (quién sabe?)
los flores que entretanto nos hubieran crecido para el otro
en el propio corazón.
Pero tú sabías que no vale la pena
tratar de ser felices a la vieja manera
Por eso es explicable que en tu cartera se encontraran
simples objetos de hombre que no le teme al olvido
(y desde aquella hora
la muerte no es para ni esa patria feroz
que nos aflige tanto con su ternura solitaria).
y que un 14 de abril te olvidaras de las citas y de las fechas humanas
y te marcharas conforme hacia el largo domingo sin barriletes ni pájaros,
la región que en los mapas más antiguos que existen
solía representarse con una ballena triste.



Distancia del amigo
Rosario Castellanos

En una tierra antigua de olivos y cipreses
ha fechado mi amigo su más reciente carta.
Lo imagino escribiendo, sentado en una roca
a la orilla del mar, tirando piedrecitas
sobre el lomo verduzco de las olas.
(Si estuviera en un parque tiraría
migas a los gorriones,
si en un estanque, Ledas a los cisnes.)
Lo imagino volviendo su rostro hacia el crepúsculo,
mordisqueando una brizna mientras piensa
que la vida es tan bella porque es corta.
(No es de los que invocan a la muerte.
Es de los que la hospedan, silenciosos,
en el sitio más hondo de su cuerpo.)
Se levanta después y camina despacio,
con las manos metidas en las bolsas
de un traje viejo y ancho.
Puede hervir a su lado la multitud. Mi amigo
está solo. Entre hombres embriagados
de dicha, entre mujeres ojerosas de duelo
lleva su soledad como una espada
desnuda y eficaz, radiante de amenazas.
Llega a su cuarto. Lo abre. Nadie espera.
Hay un olor oscuro,
pesado, de ventana estrangulada.
Igual que cuatro cirios metálicos relucen
las cuatro extremidades agudas de la cama.
Se ha desplomado en ella y una punta lo hiere.
¡Cómo sangra empapando las sábanas, tiñéndolas,
cómo se queda lívido y exangüe
mientras bajo su frente se incendian las almohadas!

La fecha de esta carta que estrujo es muy remota
—de un tiempo en el que el tiempo no existía—
y la ciudad de que habla se reclina
más allá de los mapas.
Mí amigo, sin embargo, está cercano.
Podría yo tocarlo si pudiera
tocar mi corazón recóndito y sellado.




Sabe compañera...
Elmer Menjívar

Sabe compañera
vencimos algo
no se si algo hecho de tiempo
o de geografía
pero eso ya no amenaza
se ha hecho complice en nuestro crimen
de querernos sin preguntar
al imposible

Sabe compañera
vivo de su sonrisa
y aprendo de la libertad de su lágrima
lo que me hace falta para sentirme hombre

Sabe compañera
aún hay abismos
y mucha lástima en mis espejos
aún la queja de la vida me acosa
y se hace dificil escribir mañanas

Sabe compañera
su mano es fe
y la pregunta cruel
un empujón hacia mi mismo

Compañera
conocí de la paz
cuando su mirada me dijo
que su sonrisa
ya está a salvo de mi sombra.


Poema XV
Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

jueves, 8 de marzo de 2012

Autorretrato


Soy una mujer como cualquier otra. Una mujer con ganas de reir y ganas de volar, pero a veces, como a cualquiera, se me olvida cómo y no me queda más que batir las alas para levantar el polvo que me detenga el paso.

Soy una mujer como cualquier otra. Me levanto en las mañanas creyendo que aún habito el mundo de los sueños. Me arreglo en el espejo creyéndome la reina y sin rivales como blancanieves, me salgo a la calle tirándole besos al sol, creyendo en las bondades de su abrazo, aunque por si acaso me pongo bloqueador. Y llego a casa,  a veces cansada, quizá cuando el espejo también se cansó de ver, pero resurjo con la luna, me baño en ella y sueño nuevamente, sueños de mujer.

Soy una mujer como cualquier otra, en un día cualquiera. No me hace más ni menos tener un día especial para recordarme que soy mujer o contar con más palabras femeninas en el diccionario o disponer de asientos especiales para mi. Soy como cualquier otra y lo confieso, amo a los hombres, a los que han dejado huella en el lindero. Los amo, no por lindos, perfectos o por guapos sino porque con su manera de acercarse o alejarse, desde el padre hasta el amigo y por supuesto el amante,  me han enseñado lo que no es ser mujer y entonces amo, amo nuevamente,  amo ser mujer.


Autorretrato
                    Rosario Castellanos

Yo soy una señora: tratamiento
arduo de conseguir, en mi caso, y más útil
para alternar con los demás que un título
extendido a mi nombre en cualquier academia.

Así, pues, luzco mi trofeo y repito:
yo soy una señora. Gorda o flaca
según las posiciones de los astros,
los ciclos glandulares
y otros fenómenos que no comprendo.

Rubia, si elijo una peluca rubia.
O morena, según la alternativa.
(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)

Soy más o menos fea. Eso depende mucho
de la mano que aplica el maquillaje.

Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo
?aunque no tanto como dice Weininger
que cambia la apariencia del genio?. Soy mediocre.
Lo cual, por una parte, me exime de enemigos
y, por la otra, me da la devoción
de algún admirador y la amistad
de esos hombres que hablan por teléfono
y envían largas cartas de felicitación.
Que beben lentamente whisky sobre las rocas
y charlan de política y de literatura.

Amigas… hmmm… a veces, raras veces
y en muy pequeñas dosis.
En general, rehuyo los espejos.
Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal
y que hago el ridículo
cuando pretendo coquetear con alguien.

Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño
que un día se erigirá en juez inapelable
y que acaso, además, ejerza de verdugo.
Mientras tanto lo amo.

Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.
Hablo desde una cátedra.
Colaboro en revistas de mi especialidad
y un día a la semana publico en un periódico.

Vivo enfrente del Bosque. Pero casi
nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca
atravieso la calle que me separa de él
y paseo y respiro y acaricio
la corteza rugosa de los árboles.

Sé que es obligatorio escuchar música
pero la eludo con frecuencia. Sé
que es bueno ver pintura
pero no voy jamás a las exposiciones
ni al estreno teatral ni al cine-club.

Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo
y, si apago la luz, pensando un rato
en musarañas y otros menesteres.

Sufro más bien por hábito, por herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.

Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.

En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.

Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.

miércoles, 4 de enero de 2012

mucho más grave

 

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabes tan objetivamente como yo.

Sin embargo hay algo que quisiera aclararte,
cuando digo todas las parcelas,
no me refiero solo a esto de ahora,
a esto de esperarte y aleluya encontrarte,
y carajo perderte,y volverte a encontrar,
y ojalá nada mas.

No me refiero a que de pronto digas, voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta, bueno llora.
Y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizás por eso salga enseguida el sol.

Ni me refiero a solo a que día tras día,
aumente el stock de nuestras pequeñas y decisivas complicidades,
o que yo pueda creerme que puedo convertir mis reveses en victorias,
o me hagas el tierno regalo de tu más reciente desesperación.
No.

La cosa es muchisimo mas grave.
Cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo,
también estas reescribiendo mi infancia,
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran,
y vos en cambio sabes que eso no sirve.

Quiero decir que estas rearmando mi adolescencia,
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos,
y vos sabes en cambio extraer de ese páramo,
mi germen de alegría y regarlo mirándolo.

Quiero decir que estas sacudiendo mi juventud,
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos,
esa sombra que nadie arrimo a su sombra,
y vos en cambio sabes estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas,
y quede la armazón de mi verdad sin proezas.

Quiero decir que estas abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia,
este extraño confín de angustia y nieve,
esta bujía que ilumina la muerte,
este precipicio de la pobre vida.

Como ves es más grave,
Muchisimo más grave,
Porque con estas o con otras palabras,
quiero decir que no sos tan solo,
la querida muchacha que sos,
sino también las espléndidas o cautelosas mujeres
que quise o quiero.

Por que gracias a vos he descubierto,
(dirás que ya era hora y con razón),
ue el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.

Una bahía linda y generosa,
Donde los barcos llegan y se van
Pero vos,
Por favor,
No te vayas
              Mario Benedetti
 
Como una loca desquiciada que no sabe otra cosa más que su nombre

martes, 3 de enero de 2012

Engaño original

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
               Miguel Hernández

No existe el cielo: Despues de toda su magnificencia finalmente se reduce a migajitas, esas que nutren de tristeza y eternizan para el moribundo la agonía.
No existe la gloria, solo existe mientras se tienen juventud y dudas. Las dudas permiten creer que hay algo más grande y realmente cierto. Pero lo cierto solo se comprueba cuando algo ya no está, cuando se nos ha ido de las manos, cuando ya no existe, cuando ya no es.
No existe esto, tampoco existo yo... Quizá solo se trata de un  fantasma de mujer herida que llora por el niño que tuvo en sus entrañas y que nunca fue, el que engendró como solo podría engendrarse la poesía, de a uno solo, en la más íntima, egoista y callada soledad,  desde lo más profundo y obscuro de su ser, desde lo más imperfecto e inhumano de su amor, desde la fe en lo futuro y lo posible...  en la ignoracia de lo que no se es y no se tendrá nunca.
Ese niño que no pudo ser y al que se quiso tanto, y que se quedó ahí, agazapado, con los ojos abiertos y pequeños, cubiertos de miedo y de deseo, de querer saber pero sin saber cómo vivir sin ser, porque no fue, nunca fue y solo le quedó decir adios. Adios al pecado original con que se nace sin saberlo, sin quererlo o disfrutarlo. Adios a la manzana mordida, a la serpiente que se mordió a sí misma por estar enamorada. Adios a Eva, adios a Adán y al nunca niño de sus vientres, amen.