lunes, 10 de noviembre de 2014

La niña de las galletas

- Traigo galletas y dulces - Me dijo con voz suave, firme, mirándome a los ojos, la estudiante menudita, universitaria,  que pasa por mi oficina vendiendo cosas.

- Gracias - le dije- dame estas galletas surtidas.

Ella se me queda viendo, deja su vendimia en su escritorio y me dice viéndome a los ojos:

-¿A usted le han roto el corazón?

Mi corazón dio un vuelco, me vi en sus ojos, me vi a los 15 y a los 17, me vi a los 21 y a  los 23. Me vi cuando cuidaba niños para pagar mis estudios, mis libros, mis gustos al menos. Me vi de estudiante, viajando lejos, me vi en un portón, en el jardín de un parque, en las calles de algún centro citadino, hablando por teléfono. Me vi.

- Si, muchas veces.-  le contesté.
Y volví a verme. Viéndola, sin quererme mirar a los ojo yo misma, pero me vi. Me vi otra vez.

- ¿Usted es casada?- me dijo

- Si, mira, mis hijas están en esas fotos - Le contesté

- ¡Ah! Ese debe ser su esposo ¿se llevan bien, es un buen hombre? - le dije -si

- Es que a mi me acaban de romper el corazón. Que dice que estoy chiquita, que él quiere algo en serio, que yo no estoy lista. Tiene siete años más que yo.

- ¿Y tu qué quieres?-  le pregunté

- Estudiar, ahorrar para ir al congreso internacional. Ahorrar para irme.- me dice llorando.

- Vale la pena. - Le dije - Yo lo hice también. Viajé y llegué aquí
- ¿Usted de dónde es?
- De El Salvador.

Nos quedamos calladas, viéndonos. No una a la otra, sino viéndonos a nosotras, cada una, muy adentro.

- Gracias. Ya me voy. Vengo luego.  Usted siempre tiene mucho trabajo. Luego paso a visitarla.

- Gracias.- le dije. - Hasta luego.

Lloré.