jueves, 2 de junio de 2011

Mi tumba, mi templo, mi tesoro




"Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha sido
mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba"
Rosario Castellanos

Tengo 36 años y no me avergüenza decirlo. Finalmente estos años son todo lo que tengo, todo lo que he vivido. Me lleva a cuestas un cuerpo que como diría Benedetti, apenas descubro mío. La verdad es que siempre lo tuve, pero tengo poco de disfrutarlo, y es que quiza si lo disfruté más en un principio pero no me di cuenta, porque así como cada pieza de nuestro cuerpo solo la percibimos cuando nos duele, el cuerpo entero solo se hace consciente con el paso de los años, cuando le vamos haciendo huellas y tatuando amores, malos hábitos y olvidos. Con todo y todo, amo este cuerpo que nunca cuidé tanto, ni aún cuando parecía que si lo hacía pero que sencillamente no hice porque ¿para qué? si no sabía que era mío, lo creía bello y hasta no mirarlo parecía sencillo.

Ahora lo reviso diariamente, lo pongo frente al espejo y lo ausculto como cualquier médico lo hace buscando el síntoma delator y soy feliz, realmente feliz de gustarme en general aún cuando podría quitar quizá algunos bultos, ponerme si pudiera otros, respingarme, planchar pequeños surcos y colorear y decolorar muchos puntos defectuosos, pero no, la verdad es que he llegado al punto intermedio en el que lo siento felizmente mío, solo mío, no de la juventud arrasadora en la que te vale lo que pase porque el cuerpo se repone pronto y de todo, ni tampoco de la madurez extrema en la que tendré que pedirle perdón a mis miembros por no poder hacer lo que el alma indica. No. Ahora miro mi cuerpo y me gusta identificar que está ahí, donde creí en la noche que lo había perdido. Me gusta notar que todavía puedo apostarle al tiempo y jugarle una mala broma, aparentar que no transcurre, que no visita y que aún le gana una partida la vanidad.

Ahora puedo decirle "Te quiero cuerpo mío y te lo digo así, sin humildad, sin morbo y sin falso pudor. Te quiero por permitirme disfrutar el mundo con todos mis sentidos, te quiero porque me has hecho fuerte y me has permitido dar vida y resguardar tesoros. Te quiero por mantenerme activa, te quiero por otro buen rato y para disfrutar la vida. Te quiero y debo cuidarte, te quiero y quiero mantenerte. Te quiero porque como sea, cuando sea y desde siempre, has sido, eres y serás mi tumba, mi templo, mi tesoro".

He aquí el poema de Benedetti que he traido en la cabeza toda esta semana, a la luz de los acontecimientos y de las enfermedades que rodean a los que quiero, a los que creí sanos, a los que se han marchado lejos. Un poema que aparece en un libro maravilloso llamado Andamios que habla precisamente de eso, del reencuentro con el cuerpo (en medio de otras cosas), del reencuentro consigo mismo; y es que no hay que ir más lejos a veces para reencontrarnos: Para querernos solo basta reencontrarnos con nuestro propio cuerpo:



"Cada día lo veo con mayor nitidez:
mi cuerpo, este cuerpo, es lo único mío,
mi casa solariega, mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza.

Viajo por él sin guía y sin resguardo
y como en un safari recorro sus penurias,
sus abras y archipiélagos,
sus redes varicosas,
sus manchas y suturas,
sus rótulas tarpeyas,
y hasta las cicatrices, ese agüero
del mañana que acecha.

No hay duda que mi cuerpo es lo único mío,
mi testamento ológrafo,
mi convincente nada, mi destino,
pero también mi dulce memoria de Rocío.

Estiro con la yemade mi pulgar villano
las costuras del tiempo,
pero no bien la quito
renacen y se afirman
todos sus amuletos.

La cabeza candela no existe como faro.
Es la que atiende y juzga,
la que asimila y sueña
la que se subordina
y a veces se subleva,
la que espera el regalo
de otro cuerpo a la espera
la que organiza tactos
y visiones y yugos
y resume en su piel
el pellejo del mundo.

Pese a todo mi cuerpo
es lo único mío,
mi propiedad antigua.
Qué pobreza, qué lujo
de futura ceniza."
(Mario Benedetti)
                           
                              Alicia Salum

3 comentarios:

Anónimo dijo...

este poema y tu pensar de El me han llegado justo en el momento de observar que tengo un regalo de Dioses llamado cuerpo el cual es mi acompañante por esta bella vida, es el alfa y omega de mi existencia gracias !!!

SkaruluPedagoga dijo...

¡Me encantó! La forma en que introduces al poema y casual o causalmente ahora mismo tengo 36 bellísimos años. Y este cuerpo que me recubre apenas lo estoy haciendo mio también. Un abrazo y gracias por ccompartir-te entre pensamientos hechos letra.

Alada, fuerte y azul dijo...

Me alegra que lo hayas leído. Muchas gracias