miércoles, 9 de enero de 2013

Carta para una cabeza dura


"La psicosis consiste en no encontrar o
 no tener a nadie que te pueda soportar"
 Donald Winnicott

¿Y cuándo entenderás, mujer de cabeza dura, que la cualidad reflejo de un espejo no se suple con una pantalla blanca?
Cuándo entenderás que es solo el espejo el que permite jugar e identificarse y a la vez diferenciarse de tu "no yo". Que solo el espejo le permite al que se refleja, crecer, jugar, ser creativo,  siempre con la seguridad de que cuenta con la mirada de aquel otro para aprender de él, con él y saber diferenciarse.
En cambio, cabeza dura, la pantalla blanca no implica la existencia de la mirada de nadie, no produce metáforas  ni posibilita juegos para la creación, no produce imágenes que sean ciertas, corroboradas por un otro, no implica vínculos ni tampoco aprendizajes. La fantasía se desborda porque la pantalla blanca, opaca, no produce ningún reflejo y solo sirve de proyección de necesidades, miedos e imágenes internas, donde nadie puede decirle a quien las proyecta "Eso eres, eso soy".  No crea nada y no dialoga, solo es un depositorio de sueños, si es que no de locuras de aquel que se proyecta,  y eso, cabeza dura es muy caro y altamente peligroso, se convierte en  un sinsentido querer atravesar la realidad sin manos que te sujeten, sin ojos para decirte a dónde es que se va.
No olvides nunca, cabeza dura, que la insistencia en proyectarte en pantallas blancas, sin miradas ni palabras que te construyan, no reflejarán jamás tu  brillo o tu grandeza, solamente soledad: 
"Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: “que calor hace”, “dame agua”, “¿sabes manejar?”, “se te hizo de noche”…Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho “ya es tarde”, y tú sabías que decía “te quiero”.)
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón"
Jaime Sabines