viernes, 26 de octubre de 2012

El jardín de las tentaciones

Mentira, cuando Adán pecó con Eva no fue por culpa de ninguna serpiente. Eva  sabía sin ninguna inocencia que la tentación era mucha, que el jardín inspiraba y  que estaban solos. Eva saboreaba desde hacía tiempo aquellos frutos carnosos que colgaban de las ramas, ya maduros, y que prometían un paraíso de exquisita miel. Eva siempre lo supo. Luego le vino el destierro, el mito de la inocencia perdida, el fin de todos los tiempos...
Eva, desterrada para siempre de ese paraíso se prometió volver,  pero no, en el último intento se quemó la boca.
Eva se refugia desde entonces en un sueño sin retorno. En un laberinto sin accesos. En el goce de los locos. Eva proyecta sueños  y baila con los pájaros. Se abraza mientras baila, a unos ojos. Se mueve al compás de unas manos finas que la aprietan y del canto de unos labios que susurran a su oído.
Eva seduce a la muerte, se entrega a ella, amante, enardecida, en un sueño, tentada  por el jardín de las mil bocas.


La Boca

Boca que arrastra mi boca.
Boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.

Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos tremendos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astros que tiene tu boca
enmudecido y cerrado,
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡ Cuánta boca ya enterrada,
sin boca, desenterramos!

Bebo en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volver a besarte,
he de volver. Hundo, caigo
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
Vida, Muerte, Amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

Miguel Hernández

viernes, 12 de octubre de 2012

Pesos y pesos

El poder de la palabra depende del nivel jerárquico de quien la emite, el poder de la dignidad jamás.