lunes, 29 de abril de 2013

XX

Veinte segundos son suficientes para inmortalizar un beso
Veinte segundos son suficientes para sufrir un ataque al corazón
Veinte segundos para llamar a la ambulancia
para enamorarse jurando que esta vez si se trata de amor

Veinte minutos alcanzan para llegar a casa después del trabajo
Veinte minutos para protegerse del frío y entrar en calor.
Veinte minutos para una buena siesta al llegar la tarde
Veinte minutos para  en cualquier momento hacer el amor.

Veinte días son quizá suficientes para que llegue el cartero
Veinte días para terminar  un libro, para realizar un viaje, un deseo feroz.

Pero veinte años  son insuficientes para cortarse las alas
para decir "hasta luego", secarse la cara y pedirse perdón.
Veinte años  no son suficientes para amar algo y dejarlo libre
para regalarle al olvido lo que con el tiempo nunca más volvió.

Veinte años apenas para decir que quiero escribir los versos más tristes.
Veinte años diciendo - tu puedes seguir corazón-.
Veinte años solo son suficientes para compartir, como Pablo Neruda,
una canción desesperada y veinte poemas de amor


Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo
 
Pablo Neruda.

 



Con Alex Ubago


Con Joan Manuel Serrat


Con Alberto Cortéz


Y por supuesto, con el escritor  de las noche más triste, Pablo Neruda

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