miércoles, 23 de marzo de 2016

Algo más, mucho más

Amábamos lo que éramos
raros, imprecisos, incomprensibles
voces de luz amarradas al teléfono
mezcla de espejo y cordón umbilical.
Hablar bajo
parirnos poesía
reir cómplices en el secreto
con los pies mojados en las arenas de un sueño
paraíso itinerante entre desierto y mar.
Hicimos nuestro el inventarnos frases
escribirnos cartas
retar cualquier regaño
querernos confesar.
Amábamos lo que fuimos
faroles
amparo
árboles robustos
líquido flamable
siempre algo más.
Amé lo que me hiciste
y en lo que te convertiste
el pañuelo en que cabía todo mi mundo
mi equinoccio personal de primavera
mi mejor grano de café
el poeta que más amó Dalí
mi escape predilecto al mundo de las maravillas
el conejo blanco pendiente del reloj
la Cuba  moral de mi Latinoamérica unida
la mitad de lo que uno ama de su país
el principito de mi propio asteroide.
Y fuimos más, mucho más, siempre algo más
nos enseñamos a querer y ser
cada quien lo que es
sin forzar el futuro que construía el otro
sin pedir nada o engañar
fuimos más
aprendimos a ser más
a amar sin esperar
a crecer sin detener
a agradecer porque nos supimos el hielo de Watanabe
que nos hicimos sol
y nos enseñamos también a ser guardián.
Amábamos lo que éramos
y amamos hoy  lo que cada uno somos
aunque parezcamos tan distintos a los de entonces.
Amamos de alguna manera
cada uno a su manera
ser algo más, mucho más
de lo que podíamos ser
al principio de todos los tiempos


EL GUARDIAN DEL HIELO

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol…
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil.
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
yo soy el guardián del hielo

                                José Watanabe

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