sábado, 1 de agosto de 2015

Urgencias de madrugada

Déjame encender la veladora
para que queme tu recuerdo
poner encima de tu almohada
el cenicero lleno
la botella de whisky
déjame escribir a las tres de la mañana
cuando no encuentro tu rastro
y puedo confundir el espacio
que dejaste para mi
Déjame pensar, dudar
tronarme cada uno de los dedos
que me duelen poco, muy poco,
mucho menos que tú.
Déjame contaminar el aire
escribir como autómata
cerrar los ojos
ver el reloj
no buscar respuestas debajo de la cama
dejar de sonreir.
Déjame chocar con todo el universo
romper los cristales
desgarrar el cesped
desgranar las horas
arrancarme las uñas.
Déjame hacer todo
hasta que no quede nada 
en esta madrugada
nada tuyo por supuesto
pero sobre todo
que  no quede nada
ni la sombra

de lo que algún día fui.