jueves, 22 de mayo de 2025
viernes, 8 de diciembre de 2023
SANTO Y SEÑA
Escribir es amar
como no escribir no es olvidar.
Todo lleva te,
limón, hielo y azúcar.
Graniza.
miércoles, 1 de diciembre de 2021
EFÍMERO
Todo parece silbido de paso ahora:
La brisa marina
La caída de las hojas
El zumbido de la abeja
El canto del grillo
El latir de la rana
El rugido del león
La caja de cartón roída
El cristal que zurca el aire
La explosión de Beirut
La ausencia
La memoria
La noche
La calma
Tú
Alicia Salum
domingo, 4 de abril de 2021
LA HORA QUE NOS QUITAN
Qué pasará en esa hora de vida
que nos quitan
No sabemos si perdimos aire
o nuevas ilusiones
si justo en ella nacerían nuestras mejores intenciones
o si barrieron junto con esa hora nuestras posibilidades de amor.
Lo que sí sabemos
es que nos quitaron una hora
de placido sueño
ese que lubrica nuestras horas de vigilia
una hora de sueño preciado esperado, profundo y reparador.
Sabemos tambien que nos roban
(que nos dejamos robar)
una hora de verano
que nos engañan porque somos engañables
que no engañan igual a las flores
al sol o a la luna
mucho menos a los pájaros.
Que nos harán levantarnos
todos los días más temprano
y jugaremos a creer
que es más tarde
mientras morimos de sueño
intentando ajustar nuestras vidas
al tiempo que marque
el dictador reloj.
También nos creeremos
que es posible recuperar
esa hora en el invierno
como si el invierno comenzara en octubre
como si el invierno necesitara que hiciéramos las
noches aún mas largas
como si el invierno no fuera ya
lo suficientemente frío
para llenarlo de promesas y (des)propósitos
que congelaremos con el transcurrir del año.
Como si no fuéramos
lo suficientemente ingenuos
o lo suficientemente malos ladrones
para querer jugar con el tiempo
que sigue muy a pesar
de nuestra terca ignorancia
corriendo junto al río
sin detenerse.
Alicia Salum
martes, 23 de marzo de 2021
Un brindis
Por los tiempos de la sal
los del amor
los de la memoria
por los tiempos del sol
los de la siembra de la uva
los de música y pergaminos
los de baile alrededor del fuego
los de la cosecha
los de la alianza entre las copas
los de la palabra y la risa
por lo que se fue
por lo que vendrá
por lo que permanece
Por todos los tiempos
y por este cariño inagotable
miércoles, 20 de mayo de 2020
Mi homenaje
Porque hubo un tiempo en que no existían árboles en mi jardín y ahora crecen sus raíces y extienden su follaje y guardan vida entre sus ramas.
Porque hubo un tiempo en que habitaban sombras y el silencio y la nada en los espacios en que ahora
Porque hubo un tiempo en que
Mi homenaje
al que plantó cada árbol
sin pensar, para siempre.
Al que en el valle
recuerda que hay montañas
y en una gota de agua,
tiembla ante la sequía
el desierto ofrecido.
Al que se acuerda de mí.
Al que me olvida.
Ida Vitale
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Tierra de fuego
De fiesta el corazón
Todos mis refugios son los lugares en que te encuentro.
Cuando llega el amor hace fiesta el corazón.
Pero no es por fiesta que llega el amor
la fiesta es el amor
porque sólo en el amor
el corazón descansa.
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Para musas y poetas,
SAYAM
martes, 7 de abril de 2020
De perfumes y de música de alas
Tengo fascinación por los nocturnos y las lunas esplendorosas como la de hoy que no puedo fotografiar, así que decidí hacer algo para atraparla y hacerla un poco mía y colgarla en este mi blog.
Del insomnio de los últimos días rescato, o me rescatan, los Nocturnos de Chopin, aquí va de fondo el N° 10 que me llevó entre perfumes y música de alas al tristísimo Nocturno 3 del Colombiano José Asunción Silva.
Prometo más.
NOCTURNO III
(José Asunción Silva)
Una noche
Una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Una noche
En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
A mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda,
Muda y pálida
Como si un presentimiento de amarguras infinitas
Hasta el más secreto fondo de tus fibras se agitara,
Por la senda que atraviesa la llanura florecida
Caminabas,
Y la luna llena
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca.
Y tu sombra
Fina y lánguida,
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectadas
Sobre las arenas tristes
De la senda se juntaban
Y eran una
Y eran una
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Y eran una sola sombra larga!
Esta noche
Solo, el alma
Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
Separado de ti misma por la sombra, por el tiempo y la distancia,
Por el infinito negro
Donde nuestra voz no alcanza,
Solo y mudo
Por la senda caminaba.
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
A la luna pálida,
Y el chillido
De las ranas
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
Tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas
Entre las blancuras níveas
De las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada.
Y mi sombra
Por los rayos de la luna proyectada
Iba sola
Iba sola
Iba sola por la estepa solitaria.
Y tu sombra esbelta y ágil;
Fina y lánguida
Como en esa noche tibia de la muerta primavera,
Como en esa noche llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella,
Se acercó y marchó con ella… ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se juntan y se buscan en las noches de negruras y de lágrimas!…
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miércoles, 1 de abril de 2020
Y cada tarde
Y cada tarde
en que hacías fiesta con las manos
que seguían nerviosas
la ruta de los rizos
mientras tu lengua desnudaba el tiempo
acurrucada bajo mi piel
Y cada tarde
mientras tu explorabas secretos
yo preparaba un refugio
fértil
húmedo
para que moraras sereno
entre mi sexo y mi corazón
Me desordeno, amor, me desordeno
Carilda Oliver Labra
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada,
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
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domingo, 29 de marzo de 2020
Ascención
En el último año he pasado muy pocas veces por aquí. Puede parecer quizá que me ha faltado poesía pero en realidad he tenido exceso de ella y muy poco tiempo para dedicarme a ella a través del blog. Demasiadas emociones para poder explicar y compartir.
Comenzaré por contar que publiqué mi primer poemario "Carnívora", lo que me produjo una cantidad de experiencias inimaginables y maravillosas entre las que destacan el acompañamiento de personas cercanas y lejanas, reencuentros con mi historia y cierre de heridas con amor.
Con el pasar del tiempo me han surgido ofertas para participar en actividades literarias pero por la pandemia han quedado en suspenso. Sin embargo, entre las invitaciones que me han hecho surgió la de grabar vídeos. He hecho varios y me ha gustado el ejercicio. Me ayuda a poner en otra perspectiva mi poesía y la de mis poetas favoritos, así como posibilidades para divulgarlas.
Les comparto, por lo pronto, un poema sencillo pero profundo de Alfredo Espino, ese poeta salvadoreño, primo de mi abuela materna, con el que aprendí poesía y que escuché y leí muchas veces de niña. De alguna forma, volver a su poesía es un homenaje a ella, a mi abuelita Mina:
ASCENCION
Alfredo Espino
¡Dos alas!… ¿Quién tuviera dos alas para el vuelo?
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, ¡Bien sería otro cielo!…
Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores…
¡Que pequeños los hombres! No llegan los rumores
de allá abajo, del cieno; ni el grito horripilante
con que aúlla el deseo, ni el clamor desbordante
de las malas pasiones… Lo rastrero no sube:
ésta cumbre es el reino del pájaro y la nube…
Aquí he visto una cosa muy dulce y extraña,
como es la de haber visto llorando una montaña…
el agua brota lenta, y en su remanso brilla la luz;
un ternerito viene, y luego se arrodilla
al borde del estanque, y al doblar la testuz,
por beber agua limpia, bebe agua y bebe luz…
Y luego se oye un ruido por lomas y floresta,
como si una tormenta rodara por la cuesta:
animales que vienen con una fiebre extraña
a beberse las lágrimas que llora la montaña.
Va llegando la noche. Ya no se mira el mar.
Y que asco y que tristeza comenzar a bajar…
(¡Quién tuviera dos alas, dos alas para un vuelo!
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido,
con el loco deseo de haberlas extendido
¡Sobre aquél mar dormido que parecía un cielo!)
Un río entre verdores se pierde a mis espaldas,
como un hilo de plata que enhebrara esmeraldas…
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