sábado, 17 de septiembre de 2011

Somos Tashingues**

"Arrancaron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas quemaron nuestro tronco. Pero no pudieron matar nuestras raíces"
Chilam Balam 

León es uno de esos hombres que, aunque  lee mucho, no se conforma con saber del mundo y modificar su entorno por solo leerlo. Cuando lo conocí, estaba ahí, frente a mi y frente a varios profesores, para hablarnos del tema educativo de moda, de lo que todos esperábamos, de las competencias educativas que han sido nuestro dolor de cabeza desde hace unos cuantos años.

Pero León fue más allá de las competencias educativas, mucho más de lo que puede enseñarse del mundo que ha sido planeado desde un escritorio. Mientras León hablaba, mientras León cantaba, mientras se le llenaban los ojos mirando a su esposa y hablando de su tierra, de sus hijas, de su gente y su pequeña comunidad de aprendizaje, León, un maestro indígena Otomí de Tierra blanca,  nos fue mostrando un panorama nuevo, distinto a lo establecido en el mundo educativo en el que suelo manejarme y distinto al ya viejo discurso de romper paradigmas para el logro del  aprendizaje. Así, con palabras sencillas pero bien puestas, con datos sacados muy lejos de lo que pueden aportar las enciclopedias, fue hablando de competencias, de cómo sus antepasados combinaron los elementos, combinaron el cielo y la tierra, lo divino y lo humano, lo femenino y  lo masculino, armonizando el ser, el saber y el hacer como partes de un todo perfectamente  integrado: 


Con respeto en la mirada nos habló de la diosa azteca Cuatlicue y cómo en ella se representan las dimensiones de las competencias: La enorme cabeza divina representa el saber; mientras que el  collar de manos y corazones representan el ser y el hacer perfectamente armonizados. Con respeto, también  nos explicó sobre la cruz o el acto de persignarse con que se cierran muchas de las acciones y bendiciones que rodean al hombre indígena, no es una cruz cristiana, aunque el fervor a Jesucristo en los indígenas parezca indiscutible, se trata de una cruz precolombina que representa al cielo y  a la tierra, a lo divino y a lo humano y al perfecto intercambio entre ambas dimensiones. La cruz se traza en la tierra y así se propicia la cosecha. La cruz se traza en la masa y en el comal y así se transforma en alimento, la cruz se traza en los bordados y así, el tejido arropa las creencias y las diferencias que separan al género humano. León muestra que la cruz está en todos lados y más allá de las iglesias. León enseña que en su tierra cada quien, hasta el más humilde comparte algo y ese algo tiene un nombre que nos dice mucho, ese algo es una palomita a la que le han llamado "voluntad", todos, hasta el mas humilde lo único que necesitan compartir es voluntad, y así, el día que conocimos a León, nos llenó de voluntades como estas:

Fotografía tomada en la plática sobre "Comunidades de aprendizaje y Desarrollo de las Competencias" llevada a cabo en la Universidad Tecnológica de León en la ciudad de León, Guanajuato en Julio del 2011

León nos enseñó con la mirada mucho más de lo que hizo con el uso de las  palabras, León nos enseñó de cultura y de educación y partió de conocimientos provenientes de culturas lejanas, de los mares fríos más allá del océano y más allá de sus raíces pero retornando a ellas para enseñarnos que es precisamente ahí, en ellas, donde se viven día tras día un "sin fin" de secretos milenarios y un "sin fin" de hilos negros que venimos reinventando. La verdad de su discurso, el poder de su palabra.  Nos enseñó que somos parte de este mundo, aunque a veces lo creemos tan lejano y aunque tengamos la tentación de copiar el de otros lados, nos enseñó que para vivir y educar hace falta más que técnica, más que estrategia didáctica, más que leer y escribir, hace falta más el querer ser y reconocernos e identificarnos y volver y no dejar nunca de lado nuestras raíces.

Finalmente, León nos mostró una poesía Otomí que, en esta fechas patrias coincidentes para mexicanos y centroamericanos, me pareció propicia para compartirles:


" SOMOS TASHINGUES "
Los pueblos indígenas:
No somos la vergüenza de México,
no somos canastas,
no somos escobetillas,
no somos aventadores,
no somos petates,
no somos estropajos,
no somos espectáculo,
no somos fotografía,
no somos artesanías,
no somos folklore,
no somos lástima.
Somos obra del mismo Dador de la vida,
somos sujetos con las mismas oportunidades,
somos la dignidad, igual que todos,
somos Congregacion Indígena Otomi,
una de las 5062 que existen a lo largo y ancho de la República Mexicana.
Somos raíces ancestrales,
somos presente y futuro,
somos costumbres y tradiciones legendarias,
somos fraternidad,
somos mayordomía,
somos flor, copal y canto,
somos presencia de México,
somos cultura en todos los ámbitos,
somos una familia del mundo que vive y se niega a morir,
si, somos Tashingues,
si, somos tu hermano.

Tomado de la congregacion Indigena Otomi de San Idelfonso Cieneguilla, Municipio de Tierra Blanca, Guanajuato.

**El termino T'axingi es Otomi: T'axi = blanco; Hingi= negacion  ( no eres blanco )

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