Las nostalgias son flores que se distinguen por
su fragancia. Suelen cambiar de perfume de acuerdo al momento
del día en que se percibe, en la mañanita por ejemplo, pueden oler a la colcha de la abuela que ya no habita la casa desde hace varios años, puede percibirse como si tuvieran el aroma del
café recién tostado o el del pan cociéndose en el horno. A medio día suelen absorber
el olor de los pucheros que hierven a fuego lento en las cocinas, pueden asumir
el olor de las frutas aunque no se encuentren cerca, incluso, cuando las nostalgias se sienten en
peligro despiden un olor a cebolla que hace llorar a las amas de casa, tanto a
mujeres jóvenes como maduras que han pretendido cortarlas para poner en floreros
ese olor parecido al vetiver. Pobrecitas ellas cuando lloran, le echan la culpa
a la cebolla pero no han cortado ninguna, más bien lloran por el recuerdo de
algún amor que se les fue. Así son ellas, las nostalgias, flores volubles, traicioneras,
que atrapan a su presa con su diversidad de olores; las personas que están
cerca alucinan, no pueden evitar el enredo de recuerdos hasta ponerlas a llorar o a reír.
Alicia Salum
Alicia Salum