lunes, 28 de noviembre de 2011

Inacabable sed


"Leyendo un libro, un día, de repente,
hallé un ejemplo de melancolía:
Un hombre que callaba y sonreía,
muriéndose de sed junto a una fuente."
José Angel Buesa
Amo tanto mi pasado como puedo amar el futuro,
no hay uno sin el otro
no sabría del poder de un recuerdo
ni la verdad del presente
sin la provocación que el olvido
le ofrece al porvenir.

Lo sé también
recordar y vivir no es lo mismo:
Recordar es sentir y entender
dónde, cómo, por qué 
el tiempo se ha ido.
Vivir  hoy es saber 
por cuánto de aquello y a pesar de
es que hemos crecido.
Vivir hoy no es nada más vivir
es creer que hay un futuro 
entre tu mundo y el mío.

Debes saberlo
me impregné del aroma que suelta la lignina
tu compañía y el café hicieron poesía
No importa saber cuánto más duren los días
si tu silencio es de paz
tu palabra mi alegría.

Yo quisiera solo ser una hoja
que vuela con el viento
pero está más allá de mi
ignorar lo que presiento
que soy solo un trozo de papel
en el que se graba el tiempo

Cariño
ilusión
inacabable sed
es lo que siento
al leer me convierto

Alada en poesía

Alicia Salum


domingo, 20 de noviembre de 2011

Brillo propio, brillo ajeno

Por más que diga uno que ellos son libres, que los queremos mejores que nosotros, que no importa lo que hagan mientras sean ellos mismos y que por tanto pueden hacer lo que ellos quieren, lo cierto es que de alguna forma, aunque no sea de manera completa, uno vive para verlos brillar, uno vive y creyó que eso era posible desde que se les llevó en el vientre, desde que se les dio de amamantar y dieron junto a los nuestros, sus primeros pasos.
Una maestra mia solía decir que eso de tener hijos solo es una ilusión, un querer ver posible a través de ellos todo lo que nosotros no pudimos y, aunque quizá ella tenga un poco de razón, lo cierto es que ni ella tuvo hijos ni yo estoy tan grande todavía para no lograr aquellas cosas que me he propuesto.
Aunque tener hijos no solo se trata de amor, no solo se trata de buenas intenciones, ni de abnegación por parte de las madres que se olvidan de sí mismas y solo viven a través de sus hijos, la verdad es que yo no podría hacerlo, moriría de tristeza de acurrucarme en un rincón y solo ser la mamá de alguien. Pero hoy no importa, hoy solo he querido ser así,  la mamá de alguien,  y he sido mas grande y mas fuerte que nunca y me he convertido en una mamá gigante y entonces no me importa darle la razón un poco a mi maestra, y dársela como siempre se la he dado a Serrat o Gibrán  cuando dicen que no son nuestros, que a veces nuestros hijos se nos parecen* o que al menos eso es lo que quisieramos que fuera de tanto en tanto, sobre todo cuando brillan ( pero también cuando se frustran y se frustran precisamente por nosotros).
Lo cierto es que los hijos nos regalan alegrías cuando logran esas cosas que nosotros nunca nos imaginamos, entonces nos preguntamos de a deveras ¿y eso? ¿porqué lo logró? ¿De quien lo sacó, de mi o de ti, de la tía o de los abuelos? y entonces es cuando lo vemos, cuando la euforía ha pasado ya un poquito y  nos damos cuenta que no es que se parezcan a nosotros (ojalá que si, aunque sea un poco), ni que por nosotros han llegado a donde están, o quizá si, porque al menos eso quiero creer ahora, quizá si se trata un poco que gracias a nosotros lo lograron porque supieron sobreponerse a los deseos de nosotros mismos y supieron convencernos que no podríamos detenerlos, que no teníamos derecho ni pretextos válidos para intentarlo y porque aprendieron de nuestra propia rebeldía y se atrevieron a retarnos y se impusieron  sobre lo que creemos y lo que nos gusta, y renegaron de los intereses e ideales con los que los cubrimos desde antes de nacer. Y entonces no me queda más que aceptarlo, los hijos nos hacen muy felices cuando los vemos brillar, y moriré y daré la vida por verlo nuevamente. Finalmente, no me importa ya que ese brillo no me sea propio por que me hace brillar con tan solo saber que es un brillo engendrado dentro mío desde hace mucho tiempo, desde antes que ellos nacieran.

Tus Hijos
Tus hijos no son tus hijos, son hijos
e hijas de la vida, deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo, no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas,
porque ellas viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar, ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos, pero
no procures hacerlos semejantes a ti,
porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación en tu mano
de arquero, sea para la felicidad.

Kahlil Gibran


*Esos locos bajitos

Joan Manuel Serrat